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Cuando lea estas líneas ya habrá terminado la consulta llevada a cabo por Andrés Manuel López Obrador y los 10 proyectos presentados habrán sido aprobados, incluido el Tren Maya, más propiamente Circuito Maya.

No obstante, sorprende que, poco antes de iniciar la consulta, una fracción de los “gobernadores del PAN menos uno” y diversos grupos empresariales le hayan solicitado al próximo Ejecutivo modificar la orientación del gasto público y que, antes de iniciar los trabajos del tren, se lleven a cabo los estudios de viabilidad económica, impacto ecológico y muchos otros, con la obvia intención de cancelar el proyecto o cuando menos retrasar su ejecución.

No podemos asegurarlo, pero sospechamos que el “menos uno” sería el mandatario yucateco Mauricio Vila, pues de lo contrario estaría cayendo en los mismos bandazos que los empresarios que, habiendo ofrecido su apoyo al proyecto, intentan ahora detenerlo.

Están en su derecho de querer revocar la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, pero no pueden “catafixiarlo” por su aprobación al Tren Maya.

No deben revolver las cosas, pues cada proyecto debe justificarse por sí mismo.

Y merece la pena recordarle a los gobernadores panistas, y también a los empresarios renuentes, que los estudios existen, que se invirtieron recursos federales para su realización desde el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y que arrojaron resultados positivos, en el tramo Mérida-Punta Venado, Quintana Roo, con ramal a Cancún, razón por la que fue retomado en la plataforma del presidente Enrique Peña Nieto que, no obstante, no lo pudo realizar, como el México-Querétaro, por aprietos presupuestales.

Hay que considerar que el tramo Mérida-Valladolid, con derecho de vía, es hoy funcional, por lo que sólo faltaría tender 150 kilómetros de rieles para llegar a Cancún y que lo mismo podría aplicarse para el tramo Villahermosa-Palenque-Campeche-Mérida que hoy se utiliza para transporte de carga.

La prueba de la rentabilidad del trecho Cancún-Playa del Carmen-Tulum-Bacalar estriba en que existe un proyecto de la iniciativa privada para invertir en su primera parte y que las objeciones de los ecologistas para la ruta Bacalar-Kalakmul-Escárcega se desvanecen ante el planteamiento de que la vía férrea pasará al lado de la carretera Bacalar-Escárcega, que ya existe, sin adentrarse en la zona protegida.

Si consideramos el triple propósito del Circuito Maya: carga, pasajeros y turismo, los beneficios para la zona resultan evidentes en cuanto a ser detonante de la economía local; para contribuir a la reducción del costo de traslado de las mercancías, incluyendo hidrocarburos, lo que abarataría sus precios; así como en la seguridad de las carreteras, al reducir el uso de traileres y dobles semirremolques.

Todos salimos ganado.

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