"Mérida y su conectividad"

Toda inversión pública debe tener como meta la mejora de la calidad de vida de la población.

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Toda inversión pública debe tener como meta la mejora de la calidad de vida de la población, por lo que debe incluir un proceso de análisis integral de sus costos y beneficios. Así, la fase del proceso donde se debe dar una mayor intervención a las normas y estructura del transporte público es la etapa de conceptualización, que debe incluir los estudios necesarios para determinar la conveniencia de la reestructuración integral del servicio.

En este sentido, los tipos de beneficios del transporte urbano que se deben estudiar son los directos y los indirectos; los beneficios directos pueden dividirse en dos: a) reducción de los costos operativos, y b) ahorro en los tiempos de viaje de los pasajeros; por otra parte, los beneficios indirectos son aquellos generados por el proyecto que pueden afectar las actividades productivas, al ocasionar afectaciones indirectas, que deben ser consideradas en su evaluación socioeconómica.

La opinión pública y los expertos en la materia reconocen que el sistema de transporte urbano en la ciudad de Mérida no funciona adecuadamente. Las fallas estructurales del sistema hacen que el servicio sea deficiente y los tiempos de viaje altos, que exista un alto número de accidentes, así como una preocupante emisión de contaminantes atmosféricos, amén de los problemas del ruido.

A diferencia de la tendencia en los principales conglomerados urbanos de todo el país, de tener sistemas eficientes e integrales de transporte masivo, en Mérida nuestro sistema se caracteriza por estar atomizado. Un tema preocupante es la proliferación de servicios de pasajeros complementarios en vehículos pequeños, muchos de ellos inseguros.

Según estudios del Banco Mundial, los sectores pobres de la población urbana tienden a usar medios de transporte más baratos, que consumen más tiempo y a la larga impactan más su economía. Además, está comprobado que a mayor tiempo de viaje se genera mayor cansancio y aburrimiento, lo que desemboca en una reducción de la productividad de las personas. Por otro lado, mujeres y niños tienden a ser más vulnerables a accidentes y/o situaciones de riesgo durante los tardados viajes. En este sentido, nuestro transporte urbano actual no compensa los niveles de pobreza.

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