¡Destello fugaz!

“Conservando tradición y costumbres, cada 24 de diciembre, se reúne la progenie, es el suceso familiar por excelencia.

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Cada año, como recuerdo nostalgico de mis primeros pasos como médico especialista en la T-1 Mérida del IMSS, traigo a colación este pasaje, que seguirá siendo postal real y dolorosa y que desafortunadamente no cambia, aun después de 28 años de haberme graduado como reumatólogo.

“Conservando tradición y costumbres, cada 24 de diciembre, se reúne la progenie, es el suceso familiar por excelencia. Esa noche, todos aprovechan tomarse la foto del recuerdo, donde aparecerán al centro abuelos y padres; en segundo plano, hijos y nietos con caras felices. ¿Pero qué pasa un día después de ‘esa foto’ llena de calor, amor y unidad?”.

Corría la tarde del 31 de diciembre de 1994 en el servicio de urgencias, recién terminaba los estudios de don Jorge, quien, con más de ocho décadas, era consetudinario fumador y resentía los estragos de una enfermedad pulmonar crónica.

Concluyendo mi plan diagnóstico, que incluyó revisión radiográfica, me dispuse a llamar a los familiares para informarles sobre el plan de tratamiento. Dos de sus hijos entraron y les dije que el estado de salud de su papá era estable, sin complicaciones y que la humedad le cobraba factura a los pulmones; solamente tenía muchas “flemas” y habría que prodigarle calor, cuidado, medicamentos y evitarle salir en los próximos días.

Mi sorpresa fue mayúscula ante la molestia e incomodidad que mi comentario les causó; elevaron la voz, cuestionandome al unísono: ¿y quién lo va a cuidar hoy en la noche, no tenemos a nadie que se haga cargo de él?

Miré de reojo a don Jorge; inclinó la cabeza sin articular palabra, escurriendo una lágrima por su mejilla derecha; decidí dejarlo en observación 24 horas. La tarde del 1 de enero y aun con aliento alcohólico, la “joyita” de la familia acude y accede a llevárselo, porque lo ve mucho mejor.

Poco más de 20 años han pasado, pero les aseguro que durante los siete que estuve como médico en los servicios de urgencia, la historia se repetía en las horas finales del agónico año. La única diferencia la marcaban los protagonistas.

Dejo para la reflexión mi anécdota, pero analiza tu vida: como familia, ¿qué nos pasa? ¿Culpa de quién es este fenómeno sociológico? ¿De la vida rápida, falta de valores, o de la carrera desenfrenada por tener y proveer un mayor número de bienes a nuestros hijos, descuidando los momentos de convivencia? De llegar a la senectud, puede costarte caro ese descuido. Yo mañana, ¡no quiero ser sólo una fotografía!

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