Lealtad, garbanzo de a libra
El poder de la pluma
Es evidente que los tiempos se tornan turbulentos, si del escenario político hablamos. La constante son los supuestos que generan incertidumbre frente a próximos comicios, que, como nunca, acaparan la atención del colectivo. Los cambios son circunstancia cotidiana, aunque los que se avecinan mantienen con insomnio a muchos que temen perder su statu quo. Muchos, como espectadores romanos, vemos luchas intestinas en el coliseo, donde el “cobre” del pusilánime destaca, ignorando valores, principios y lealtad. Tiempos de “cox virar”, allende la voluntad de servir.
La lucha cruenta por alcanzar un puesto se ve matizada por actitudes que denotan pobreza e insensibilidad humanas. No importa a quién haya que “pisar” o destruir, lo que importa es alcanzar nuestro objetivo, más allá del beneficio y bien común. ¿Acaso esto último no es el fin primordial del servicio y administración pública?
En sumadas ocasiones, bajo el cobijo del “padrino”, cual titiritero, proponen a gente con escasa experiencia y sin sentido común y que tarde o temprano lleva al despeñadero proyectos construidos con esfuerzo y dedicación de los leales.
¿Y qué es eso de lealtad? La lealtad es un valor que consiste en nunca darle la espalda a persona o grupo social que están unidos por lazos de amistad o por alguna relación social; es decir, el cumplimiento de honor y gratitud. Sus sinónimos ayudan a entenderla: adhesión, devoción y fidelidad. Es un lazo que une y que suele ser la cualidad más admirada entre los gobernantes.
La lealtad se construye día a día, es un estilo de vida, es un compromiso y nada tiene que ver con intereses personales insanos o de grupo, sino se refiere a la entrega incondicional en las buenas y en las malas a algo o alguien. Esto sólo lo concibo paso a paso, toda una vida.
Obviamente, cuando de política y servicio hablamos -no sólo me refiero a la gubernamental estatal o municipal-, alcanza instancias como la de energía, economía, salud y educación. ¿Cuántos sujetos mesiánicos imponen su voluntad, sin consultar a quienes representan? Intentemos destruir el paradigma, lo importante es el bienestar común.
Pues bien, éstos son momentos para despertar, participar y evitar que la apatía o inercia cedan ante la inexperiencia, la imposición o la falta de consenso. Eres parte de esa nueva generación de ciudadanos pensantes y conscientes de que lo que hagamos o dejemos de hacer repercutirá en el futuro personal o de las próximas generaciones.