"Todos somos Gatsby"

Todos somos Gatsby. Y sé que suena complicado (o tal vez irreal), pero no lo es.

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Diana Puga

Son gente mala -le grité a través del prado-. Tú vales más que todos ellos. Así, después de leer aquella frase, cerré el libro. Estaba leyendo El gran Gatsby por tercera o cuarta vez (ya no recuerdo muy bien) en el año.

Desde hace un tiempo, me di cuenta que aquel personaje se había convertido en uno de mis mejores amigos, pero no entendía por qué y la verdad es que no lo había pensado hasta aquel momento. Solamente sabía que por alguna razón veía una parte de mí muy bien delimitada en él.

Pero estaba equivocada. No soy sólo yo la que está presente en él, somos todos. Tú, yo, él, ella, nosotros.

Todos somos Gatsby. Y sé que suena complicado (o tal vez irreal), pero no lo es.

Todos somos Gatsby porque más de una vez hemos contado una historia poco verídica con el afán de quedar en el anonimato, con tal de que nuestro pasado no salga a la luz; todos hemos dejado de ser nosotros, de bailar bajo la lluvia, de pintar con los dedos, de escribir poemas; hemos dejado de hacer aquello que más amamos por miedo (o tal vez vergüenza). Todos hemos negado lo que somos, tal vez para parecer más interesantes o menos extraños; hemos negado nuestras peculiaridades sin antes pensar que esas pequeñas cosas que ocultamos suelen ser lo mejor de nosotros.

Todos somos Gastby porque pasamos los días buscando un amigo tan real y cristalino como Nick Carraway, y, cuando lo encontramos, vamos por la vida riendo y celebrando por haber logrado conquistar ese reto.

Todos somos Gatsby, todos nos hemos enamorado, todos tenemos a nuestra (o nuestro) Daisy, todos hemos hecho fiestas y bailes y cosas impresionantes, todos hemos reído más fuerte de lo normal para que los ojos de aquella persona se posen un momento sobre nuestra existencia, porque tal vez si esto sucediera, se podría hacer realidad nuestro anhelo. Un anhelo del cual la vida ha decidido la imposibilidad de su existencia.

Hemos recorrido nuestra vida y vivido nuestros días con la mala costumbre de ser nosotros a ratos, tal vez hay que empezar a escuchar la música que nos gusta y bailar aunque no tengamos ritmo, escribir aunque nuestras rimas no sean tan buenas, pintar aunque nuestros paisajes no sean tan espléndidos.

Tal vez hay que dejar de ser como Gatsby, dejar de escondernos, pero seguir su ejemplo de querer aunque el mundo se rehúse a devolvernos el amor. Tal vez hay que empezar a ser lo que realmente somos, sin modestias, que al mundo no tiene por qué molestarle.

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