Una de mis épocas favoritas del año es el verano. No sólo porque es momento de sol, arena y mar, sino porque pareciera que la vida se relaja. Hay tiempo para muchos amigos, ya sea en alguno de los puertos hermosos de Yucatán o en el maravilloso Caribe mexicano, que, a pesar de las tristes historias que escuchamos, es un paraíso natural.

Es momento de tomar café, agua de coco o alguna bebida espirituosa mientras conversamos del
mundo y sus tantos sabores dulces, ácidos, amargos.

Es el momento exacto para sacar el sombrero, los lentes, las chanclas y dejar que el menor valor
sea suficiente para dejarte llevar por el clima, a pesar de las luminarias, los socavones, los dimes y los diretes.

El tema internacional al final es la ecología que nos debe a todos interesar. Pensar que un enorme
trozo de hielo que formaba parte de una zona del planeta ha cambiado de forma y ahora toma
otros rumbos nos significa que los esfuerzos de los mandatarios mundiales no son suficientes.

En esta época tiene lugar el máximo alejamiento anual (afelio) entre la Tierra y el Sol, unos cinco
millones de kilómetros más de distancia que en enero, momento en que la distancia alcanza el
mínimo anual (perihelio). El planeta está más caliente cuando más alejados estamos del Sol.

En nuestras costas un manatí quedó enterrado en la arena y la preocupación es de todos. A donde
vayamos tengamos en cuenta que el mundo necesita nuestro cuidado. Es responsabilidad de cada
uno ahorrar energía, no tirar basura o plantar un árbol. Hacer algo que nos deje seguir compartiendo el verano.

Así que aprovecho que es lunes para buscar espacio en el jardín y plantar un nuevo árbol para tener más sombra donde tomar café. ¡Qué sea feliz!