Quiero creer que soy optimista y me gusta pensar siempre en positivo, tratar de ver el lado bueno de las cosas más que la cara complicada y eso en este siglo XXI es algo difícil.

No todos mis cercanos piensan que soy positiva y entiendo la razón basada en que dedico mi tiempo laboral a un negocio (soy obrera de la palabra) que se vende con el infortunio o la lágrima.

El periodismo debe buscar lo que no está correcto, aunque no siempre lo publique, pero eso es harina de otro costal. Se trata de informar y pareciera que siempre hay que contar lo que no salió bien.

Cuando comencé como reportera, un maestro me aseguró que si no era mala noticia no era noticia. Afortunadamente para mí, esos tiempos han cambiado y debido al exceso de escándalo o descaro de muchos actores, las buenas notas venden más.

La política y la religión han dado nota desde hace muchísimo siglos y ahora se suma la inseguridad para hacer la trilogía perfecta. Cada vez más seres humanos están menos interesados en la política por el caos que generan los políticos y no estoy hablando sólo de México. También de lo que sucede con Donald Trump en Estados Unidos, con Maduro en Venezuela y así con muchos otros que toman decisiones controversiales.

Lo único que creo es que es importante leer sobre cada persona por la que debemos elegir y más que nada exigir a quienes llegan a ocupar un puesto que cumplan a sus gobernados.

Hay que tener miedo a una sociedad organizada que se ha dado cuenta de que puede sin ellos. Hay que tener respeto por una comunidad que se ayuda entre sí con la consigna de salvar vidas sin otro reconocimiento que la satisfacción personal.

Hay que aprovechar que es lunes 2 de octubre que no se olvida y sonreír al prójimo, nunca sabes cuándo te ayudará. ¡Que sea feliz!