En vez de perder de tiempo en odiar a alguien deberíamos invertirlo en reconocer en el otro quizá nuestros defectos, o bien los desafíos a que nos enfrentamos. Y lo digo por algunos políticos que quisieran exterminar a sus enemigos o a quienes creen que son sus adversarios, pero, como la ley se los impide, gastan su energía en el famoso “deporte” de la especulación.

Las cada vez más complicadas y poco eficientes reglamentaciones del Instituto Nacional Electoral permiten eso y más, porque su normatividad deja demasiada importancia a la suposición y, por tanto, poca medición real de las violaciones al código.

Las expectativas que nos hacemos en el mundo son enormes y muchas veces no nos llevan a ningún lado.

El aprendizaje que te deja enterarte de que una situación es totalmente diferente a como la planteaste, la sorpresa que te llevas cuando descubres que la respuesta que esperabas es más común que un pensamiento tan complejo, indican que debemos ser pacientes y no juzgar a priori.

Falta mucho para 2018 y sus decisiones políticas -aunque parezca que ya todo está aquí- y el desgaste emocional de quienes están en esta carrera fastidia tanto como los discursos de los suspirantes.

Aún faltan muchos días para que las decisiones se tomen, uno quisiera que se acabara la carrera por la silla y comenzara la prisa por el trabajo, por resolver los problemas que preocupan a México, por dar la cara a quienes necesitan de la voluntad de todos para la reconstrucción de sus viviendas, de sus colonias, de sus ciudades.

Y caigo en la cuenta de que también –sin querer- estoy especulando sobre lo que necesitamos como país y como ciudadanos comprometidos.
Así que aprovecho que es lunes, que falta menos para finados, y que todavía podemos disfrutar de octubre para buscar otras voces y practicar el deporte nacional. ¡Que sea feliz!