Semana de Navidad

Ya están aquí las dos últimas semanas del año y a todos nos gusta usarlas como marco de referencia para cerrar un ciclo y comenzar uno nuevo.

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Ya están aquí las dos últimas semanas del año y a todos nos gusta usarlas como marco de referencia para cerrar un ciclo y comenzar uno nuevo. El espíritu navideño abre nuestro corazón y nos permite soñar y hacer planes de un mundo mejor y de nosotros siendo mejores personas en el siguiente ciclo.

Pero antes de pensar en el próximo año y en los grandes cambios que haremos en nuestras vidas y en nuestras personas, por qué no dedicar una semana que casualmente termina el día de Navidad para la reflexión. Dedicar estos días que nos faltan para Navidad para el agradecimiento.

Sí, en estos días termina un año y con él podemos, usando una balanza, encontrar los momentos buenos, felices, de paz o de aprendizaje, todos esos momentos que podemos agradecer y atesorar en nuestro corazón para ayudarnos a atravesar momentos difíciles.

Siempre, al cerrar el año, tenemos una larga lista de peticiones, nos enseñaron desde pequeños a tener deseos navideños, sorpresas que queríamos y le pedíamos a Santa Claus. Este hábito se ha quedado en nosotros y siempre tenemos algo que pedir, algo que esperar. Se quedó en nuestro subconsciente que si habíamos sido buenos todo el año podíamos esperar las más mágicas y mejores sorpresas. Y es bueno tener ilusiones y esperar cosas buenas para nuestro futuro, pero sería más enriquecedor agradecer lo que ya hemos recibido y encontrar la forma de ayudar a otros en estos días, dando con esto un sentido lleno de amor a nuestra Navidad.

Seamos creyentes o no, estas fechas están llenas de buenas intenciones, debemos aprovecharlas y lograr el bien de los que nos rodean, pero para dar, primero debemos de tener, y qué mejor que encontrar en nuestras vidas los motivos de agradecimiento que pueden inspirarnos a ser mejores el próximo año.

En nuestra fiesta de Navidad, en la que festejamos el nacimiento de Jesús y todas las lecciones de amor y de perdón que nos dio con su vida, acostumbramos darnos regalos. Es una hermosa forma de demostrarnos el amor y la atención que todos como familia y como amigos nos damos. Pero por qué no este año aumentar una dinámica a nuestra cena, una dinámica en la que cada uno se levante y agradezca algo de lo que recibió este año, un agradecimiento a alguien que nos amó, que nos perdonó, que río con nosotros, que lloró a nuestro lado, que nos abrazó en silencio, que nos envió un mensaje. Hay tanto que agradecer y que a veces pasa desapercibido, en el torrente de cosas que vivimos se nos olvida dar retroalimentación, fomentar el amor, el cuidado, la dedicación y la amistad.

Esta Navidad llenemos nuestra cena de gratitud, de detalles. Rebusquemos en nuestros recuerdos del 2017 y demos un abrazo a nuestros padres que están siempre de manera incondicional a nuestro lado, amándonos y aceptándonos; demos un beso a nuestros hijos que llenan nuestros días de ilusiones. Mandemos un mensaje a esa amiga que nos mostró su amistad de mil maneras. Demos unos chocolates a esa persona que trabaja con nosotros y que nos saluda todos los días con una sonrisa, pero asegúrate de que la persona que recibe el regalo, el abrazo o el beso sabe por qué lo das.

Recuérdale el momento que hizo la diferencia en tu día, y empieza a entender cómo trabajan los pequeños detalles que hacen nuestras vidas diferentes.

Y tal vez al recordar todos esos pequeños detalles, todos esos momentos, entendamos que deben ser diferentes en nuestro 2018. No pretendamos grandes cambios sino saber que cada día con cada momento podemos hacer diferente la vida de los demás, que las pequeñas muestras de cariño cotidianas son las que llenan nuestro corazón y nos ayudan a sobrevivir los momentos difíciles.

Te deseo una muy feliz Navidad, pero sobre todo deseo que esté llena de amor, comprensión y gratitud, y que este momento te ayude a planear un 2018 muy diferente en el que nuestras acciones cotidianas marcarán la diferencia en la construcción de un mundo mejor.

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