“De coraza”

Uno puede ser libre en la cárcel y puede serlo creando, escribiendo.

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Dicen que uno encuentra las grandes lecciones en los peores momentos, no sé si esto sea real o consuelo de tontos, pero ahora que estoy por estrenar una obra con las internas del Centro de Reinserción Social de Mérida, es común escucharlas coincidir en ello. Dicen que si estuvieran afuera ya estarían muertas, que la vida que llevaban hubiera acabado en poco tiempo con ellas. “Yo le pedía a Dios que me ayudara a dejar ese trabajo que sabía que en cualquier momento iba a terminar mal y ya ves, caí aquí, esa fue la respuesta de Dios, él sabía que de otra manera yo seguiría delinquiendo y en el vicio”. “Lo que he aprendido aquí no lo cambio por nada. Caí a los 19 años, todos me decían que había perdido aquí los mejores años de mi vida, pero yo no lo veo así porque el aprendizaje ha sido grande e intensivo”. “Aquí aprendí a perdonar a los que me hicieron tanto daño allá afuera, tienes tiempo para pensar muy bien lo que hiciste y, sobre todo, lo que harás al salir de aquí”. “Cuando salga me iré caminando a mi casa, no sé, no quiero tomar un camión o un taxi, quiero caminar aunque sea lejos, caminar y sentir cómo todo va quedando lejos”. “Cuando salga le voy a hablar a mi papá y le diré: ¡Papá, ya soy libre!”. “Mi deseo es muy sencillo, cuando salga de aquí quiero ir a nadar a una piscina, es lo último que hice antes de que me agarraran y es lo primero que quiero hacer: lanzarme al agua y nadar en reversa como una manera de volver el tiempo atrás o de limpiarme un poco”.

“De Coraza” es una expresión que se usa en la cárcel para decir: de corazón. Cuando empecé a trabajar con las mujeres en prisión, ellas llevaban puesta otra coraza, una que no les permitía hablar libremente de los tiempos difíciles o los delitos que las privaron de su libertad. Sólo el tiempo y la confianza permitieron que se quitaran la coraza de la censura y dejaran su corazón en libertad. Escribieron sobre su vida, sus miedos, su familia, y la soledad que viven en prisión. Después lo convertimos en una obra de teatro y así llegamos hasta aquí. Lo que compartiremos con el espectador son historias pequeñas pero reales, algunas hablan de muerte, abandono o violencia, pero, al compartirlas, en realidad hablamos de libertad. Hablamos de coraza para compartir con los de afuera algo de lo que aprendimos en prisión: Uno puede ser libre en la cárcel y puede serlo creando, escribiendo o haciendo teatro. Las personas interesadas en asistir a la función pueden contactarme a [email protected], sin duda será una experiencia irrepetible.

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