Frente, corrupción y caciquismo

De cómo PRI y PAN ganaron elecciones presidenciales y de cómo Morena busca el mismo camino.

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El lacerante problema de la corrupción no puede entenderse, en México, sin tomar en cuenta las formas seculares para la construcción del Estado. Todo está cimentado en la relación del gobierno con los caciques locales, y la manera de ganar el apoyo caciquil define los modos y los tiempos para permitir o impedir, según y cuándo, la corrupción. Esto viene de lejos, desde los caciques de los pueblos prehispánicos, pero se acentuó en la manera como el virrey se relacionaba con la corte peninsular y con las diversas burocracias –laberinto dificilísimo para entender y, todavía más, para transitar–, empapó el México independiente, se hizo un arte con Don Porfirio y lo llevó a la cúspide Plutarco Elías Calles: el Jefe Máximo.

Con distintos nombres, pero esa relación es la que, desde tiempos de Alemán, llamamos el priismo.

El priismo perdió, en el albor del milenio, ante un panista neo y comerciante viejo, Vicente Fox. Consciente o no de que eso era el priismo, buscó a los caciques locales para venderles su mercancía política como solía buscarlos para llenar sus refrigeradores con Coca cola. Fue simple, sencillo e impecable. No es que haya dilapidado su capital político, como dicen sus malquerientes, es que se volvió priista: localizó a los caciques y los dejó actuar. Seguramente era un negociante de bien que no anhelaba la corrupción, pero inclusive soltó la jauría de los gobernadores para crear una clase caciquil paralela a la tradicional en la empresa, los sindicatos y las iglesias. Su sucesor sí supo lo que hacía cuando buscó a una gran cacique para pactar y ganar las elecciones.

En consecuencia, no es que el PAN haya traicionado su ideología para tomar la del enemigo, es que el enemigo no tenía ideología sino relaciones caciquiles de poder que se basan tradicionalmente en la corrupción.

Tampoco el problema es que AMLO se sienta un mesías (aun cuando parece sentirse), al repartir perdones, sino que sabe, como el buen priista que siempre ha sido, que necesita pactar con los caciques. Así, bajo sus alas morenas anidará cualquiera que maneje masas en busca de guía.

¿Sería aconsejable un Frente Amplio sin ideología? Sí. Por definición en la amplitud caben las diversas ideologías. ¿Será posible un Frente Amplio sin corrupción? Sólo si se renunciara al reparto de los caciques. O sea, no.

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