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Hace 46 años, en la Secundaria Técnica Pesquera de Yucalpetén, el gobierno federal inició la formación de técnicos pesqueros y marinos para explotar y cultivar el mar. Para ello convocó a niños egresados de la primaria de las comunidades de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, uno de los cuales fui yo. Estas escuelas funcionaron como internados y según tu comportamiento podías salir los fines de semana. Nuestra responsabilidad era tomar clases por la mañana y la tarde y en la noche asistir a la biblioteca. Todo bajo un régimen como el de la Marina.

El 23 de noviembre del presente año cristalizó la convocatoria de un grupo de progreseños que hicieron un llamado a los egresados para reunirnos por primera vez en el lugar donde recibimos la base de nuestra educación. Nos reunimos hermanos de la primera hasta la sexta generación, de 1972, cuando se fundó la escuela, a 1978. Compartimos el desayuno utilizando aquellos platos divididos en tres secciones donde nos servían frijol, huevo con repollo, pan y filetes de pescado, acompañados de avena o choco milk. Revivimos aquellos momentos, claro con otra energía, sin acciones intrépidas.

Nos acordamos de Coyote, nuestro peluquero que a partir de nuestro comportamiento llevaba la tijera más allá de un corte militar. En la terraza de la peluquería se solucionaban los problemas y malos entendidos entre estudiantes, con dos pares de guantes que Coyote guardaba en su “salón de belleza”.

Por primera vez, un poco más de 40 de aquellos chamacos nos volvimos a encontrar, las canas, la calva, los años que se quedaron y el tiempo de no vernos no fueron impedimento para que nos reconociéramos después de un rato: identificamos, al Negro, al Mosco, al Tarzán, el Chelemero, la Bemba, la Zorra, Aménica, al Roque, el Primo, al Didier, al René, la Papaya, los Gatos, al Cutzito, a Santiago, a la Cresta, y los Muñecos de Muna, entre otros. Fue gratificante compartir el desayuno con algunos de nuestros profesores: Gil Cobos, Ángel Gamboa, el profesor de náutica Ing. Ramos, nuestra única profesora, la de química, Fanny Amaro, Ricardo Andueza, de Inglés David Velázquez y los de artísticas y el prefecto. Narramos anécdotas, lo que daría para un amplio anecdotario e hicimos una ofrenda floral por nuestros hermanos caídos.
Gracias a los hermanos que tuvieron esta iniciativa y gracias a la actual directora Carla Patricia Quintal Lugo que nos permitió regresar a casa.

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