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Pareciera que el comportamiento humano siguiera una tendencia actual hacia lo irracional, hacia la brutalidad de los actos de la gente que escuda su violencia detrás de una aparente intolerancia a ciertas cosas. Esto no es nuevo, por supuesto. Podemos llenar el aire de todos esos recuerdos en los que un individuo no pudo más con su instinto y bajo la convicción de estar en lo correcto llevó a cabo los actos más violentos. Ha pasado antes, sigue pasando ahora.

En la historia que ocupa esta semana, estaremos muy cerca de los motivos por los que un personaje decide matar. Advierto que la brutalidad humana estará permeando entre acciones, pues tenemos la oportunidad de conocer los pensamientos y la perspectiva de quien sostiene un arma y decide dispararle a la gente.
Jean-Paul Sartre, escritor, filósofo y novelista francés, trae para nosotros su cuento largo titulado “Eróstrato”. Es importante mirar la alusión que está latente en el título. Para esto será necesario recordar que Eróstrato fue quien incendió el Templo de Artemisa, todo bajo el móvil de ser reconocido a partir de una destrucción y ser famoso gracias a la tragedia.

Dentro del cuento escrito por Sartre, conocemos los pensamientos del autor de un crimen.

Cierto es que hoy día no tenemos alcance a los motivos ni el porqué de muchas masacres, por lo que resulta impactante leer la perspectiva de quien “escuda” sus acciones detrás de razones reales: una incapacidad para amar al hombre.

Nuestro personaje no escoge a sus víctimas, pero tiene presente el número de ellas: seis balas para seis personas, siendo él una de ellas; la última. Las descripciones agobian y la falta de control en una mente enferma invade a quien lee. Podemos conocer los motivos, pero jamás entenderlos ni justificarlos.

Finalmente, no todo sale como el personaje planeaba, hay solamente tres muertes y un hombre que arrepentido se entrega ante la sociedad que promete violencia a manera de justicia social. Se trata de instintos y de un complejo por ser reconocido; pero también de nuestra realidad.

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