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Cuando se vive en una sociedad que pareciera estar muy pendiente de todo cuanto hacemos, resulta un poco complicado el hecho de actuar bajo los más íntimos y naturales deseos de cada persona. Pareciera que siempre debemos dar un porqué y un cómo para sentirnos aceptados, o más bien para sentir que podemos ser entendidos.

Este sin lugar a duda es un tema delicado. Vivimos rodeados de tantas y tantas acciones cotidianas que captan nuestra atención cuando son reprobadas por nuestra sensibilidad y la pregunta más frecuente es: “¿Por qué lo hizo?”. En la televisión o en la radio nos sabemos partícipes de un país que cambia rápidamente y siempre queremos saber los motivos por los cuales “estamos como estamos” o por los que “estaremos como estaremos”. Lo sabemos, al día ocurren miles de cosas y no podemos exigir explicaciones para todo porque muchas veces no podemos controlar más allá de lo que sale de nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestras bocas.

¿Tendría que ser esto último lo que realmente controlemos?

En Todo (2013), de la autora danesa Janne Teller, nos encontramos con ocho relatos que rompen de manera directa con lo que hemos considerado correcto, responsable, justificable o libre de expresar. En el primer relato, y en el cual centraremos nuestra atención, tenemos un título que siembra una idea esperanzada de tener razones: “¿Por qué?”.

No hay un relato escrito y solamente nos enteramos de la historia mediante diálogos intensos y cortos que parecieran acumularse en la inquietud de quien lee. Sabemos que Hans ha golpeado violentamente a alguien hasta dejarlo inconsciente. ¿Por qué lo hizo? Los motivos no son claros y no pueden ser explicados porque nacen desde el instinto; y aquí radica la dificultad y el encanto en la narración.

A veces actuamos sin saber explicar nuestras razones; como si nos avergonzáramos de seguir nuestros deseos o como si todos los motivos existentes carecieran de fuerza para simplemente decir que actuamos a voluntad y porque así lo creemos conveniente; de la manera más cruda o armoniosa como nuestro instinto lo dicte.

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