Desde el mes de abril pasado, los científicos han observado que las aguas del Atlántico tropical y subtropical muestran una anomalía: una temperatura que ha bajado un grado Celsius, lo cual, aunque pudiera no parecer mucho, podría tener muchas implicaciones.

¿Qué nos quiere decir esto? Que las aguas de esas zonas están más frías de lo que deberían de estar a estas alturas del año, pero ¿qué está provocando esta situación? Pues resulta que un anticiclón tropical más robusto de lo normal ha estimulado la fuerza de los vientos alisios y éstos, al incidir sobre las aguas del Atlántico, estimulan el afloramiento de aguas profundas más frías favoreciendo que no haya liberación del calor al ambiente, que es alimento principal del motor de los huracanes.

Estas altas presiones subtropicales se han mantenido más fuertes de lo normal y esto está provocando que las aguas tropicales tengan un contenido de energía mucho menor que el año pasado. Esto no es la primera vez que ocurre, ya que sucedió en el año de 1989.

Ese año en particular, contra lo que se pensaba de que causaría una baja en la formación e intensidad que alcanzarían los ciclones tropicales, simplemente no ocurrió, ya que hubo 15 ciclones tropicales con nombre, 3 más que el promedio histórico, que es de 12 de esas formaciones atmosféricas designadas, de los cuales 11 fueron tormentas tropicales, 5 huracanes moderados y 2 huracanes intensos.

Ese año también se recuerda la formación del huracán “HUGO”, de funestas consecuencias para el arco norte de las Antillas Menores, parte de la isla de Puerto Rico y sobre todo el impacto directo a las Carolinas en los Estados Unidos, por lo que no debemos confiarnos.

No hay motivos para pensar que, debido a ese enfriamiento anómalo, la temporada de huracanes sea benévola; para nada, se va a seguir monitoreando ese comportamiento y les estaremos informando cómo se desarrollan esos fenómenos.