La frecuencia de los desastres relacionados con el clima está aumentando a nivel mundial sin duda alguna, pues en los últimos 20 años se han cobrado un promedio anual de 30,000 vidas y causado más de 4,000 millones de heridos o damnificados, según estudios realizados por la ONU.

Los desastres atribuidos cada año a fenómenos climáticos han sido 335 en promedio, lo que representa un 14% más que en el período de 2000 a 2010 y el doble del período 1985-1995.

Los países más pobres son los más afectados por el impacto económico de los desastres, tanto en relación con el tamaño de sus economías como de sus poblaciones. Las evidencias permiten anticipar que los desastres vinculados con el clima aumentarán con el tiempo.

Es una pena que los Estados Unidos se haya salido del grupo de los países que buscan revertir el cambio climático con base en reducciones en la generación de contaminantes, ya que estas reducciones pueden ser cruciales a largo plazo para aminorar los daños y pérdidas humanas causados por desastres, cuya intensidad y efectos aumentan con el calentamiento de la tierra, aunque el pretexto utilizado por el presidente de esa poderosa nación sea que el calentamiento global del planeta es un invento chino.

Está comprobado que el 90% de los desastres naturales están relacionados con el clima, mientras que el 10% restante son de origen geofísico, llámense terremotos, erupciones volcánicas y deslizamientos de tierra. De los del primer grupo, los más mortíferos y de efectos más graves son las inundaciones y las sequías, causantes del 80% de las víctimas y que son predominantes tanto en regiones de países ricos como pobres; parte de las víctimas de los desastres sufren su impacto por más de un año y son contabilizadas más de una vez como damnificadas, ya que las estadísticas se actualizan anualmente.

Tendremos que acostumbrarnos a esta nueva tendencia mundial causada por el clima.