Porfirio Díaz y los hombres salvajes

José María Flores Muñoz publicó un episodio de la vida de Porfirio Díaz que involucra al mito del hombre salvaje.

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José María Flores Muñoz publicó un episodio de la vida de Porfirio Díaz que involucra al mito del hombre salvaje. El relato proviene de un reportero que narró, en los primeros años del siglo XX, una charla que Díaz tuvo con un grupo de personajes.

Don Porfirio dijo que, en el último cuarto del siglo XIX, formó una guerrilla para luchar contra el gobierno conservador en su tierra natal, Oaxaca. Gracias al ímpetu de su juventud, tuvo varios triunfos militares; pero, en una batalla con el ejército regular, fueron diezmados y tuvo que refugiarse, junto con tres compañeros, en las montañas de la región. Se internaron en lo profundo de la selva hasta un caserío en donde encontraron a unos indígenas que preparaban muchas flechas y arcos. Díaz supo que la comunidad tenía un problema: unos enormes hombres monos se habían llevado a las mujeres del pueblo y las mantenían cautivas en una cueva.

Le rogaron a Díaz y sus compañeros les ayudaran a rescatarlas. Él accedió a apoyarlos, pues supuso que estaban exagerando, ya sabía que los monos de esos lugares eran pequeños y llamados saraguatos. En cuanto a secuestrar a las mujeres, Porfirio pensó que eso era imposible.

Los indígenas condujeron a los guerrilleros hasta un gran cerro. De pronto, cayó sobre ellos gran cantidad de piedras lanzadas desde lo alto por enormes monos. Díaz y sus hombres respondieron al ataque con sus armas de fuego, secundados con flechazos de los indios.

Los extraños monstruos fueron mortalmente heridos y, acto seguido, los indígenas subieron hasta llegar a ellos para rematarlos. Después acabaron con sus hembras y sus crías que estaban dentro de una cueva. Díaz trató en vano de evitar la matanza. En otra gruta estaban las mujeres indígenas secuestradas y recibieron a sus hombres con gritos de alegría.

Don Porfirio concluyó diciendo que los extraños seres estaban cubiertos de pelambre como los simios y con gran musculatura, pero tenían marcadas facciones humanas. Añadió que lamentó mucho haber participado en la muerte de esos seres, que probablemente fueron los últimos de su especie. 

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