Un verano diferente

¿Por qué somos personas tan limitadas a la hora de pensar en el ocio?

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Usualmente, cuando pensamos en el verano, visualizamos una temporada llena de fiestas, descanso, viajes a la playa o a otras regiones, tiempo de convivencia familiar o con los amigos.

Pero estas actividades de ocio conllevan necesariamente un gasto que no todas las familias mexicanas están dispuestas a afrontar. Pero, ¿por qué somos personas tan limitadas a la hora de pensar en el ocio?

Nunca hay que confundir el ocio con la ociosidad, que no es otra cosa que la desidia generalizada. Sin embargo, el ocio también es aquel tiempo que pasamos permitiéndonos leer esos libros pendientes que tenemos apilados. El verano también es esa temporada que nos permite visitar museos, teatros, galerías y centros culturales que, por su horario habitual, a veces se nos dificulta dado nuestro apretado horario cotidiano.

Por otro lado, las vacaciones de verano no necesariamente significan una gran inversión del magro presupuesto familiar. Muchos cursos y talleres se ofrecen en diversos foros de la geografía local y nacional en los que bien podríamos enfocar el tiempo libre que el calendario nos ha ofrecido -si tenemos suerte-. Asimismo, solemos asociar las vacaciones con el hecho de viajar y conocer otros sitios, o, como mínimo, salir de casa a deambular por donde sea.

¿Acaso es necesario movernos de nuestro espacio geográfico para poder viajar? Para el viajero sin límites, el único impedimento es su imaginación. Usted, sin trasladarse fuera de la comodidad de su hogar, podría aprovechar para turistear por regiones insospechadas de su cerebro. De hecho, la oferta de las agencias turísticas y de las aerolíneas se ve francamente estrecha cuando la comparamos con el itinerario de las ideas desbocadas.

Un buen libro o una cuidadosa selección de películas podrían llevarnos a destinos y aventuras indómitas, donde no se requieren pasaportes, vacunas, ni cambios de moneda. O, si lo prefiere, usted puede activarse: desempolve esa vieja colección de discos, ponga la música de su elección y escriba sus pensamientos.

Evite largas filas y congestionamientos viales. Es más, evite a su vecino, pues es bastante probable que se lo encuentre en aquel sitio donde supuestamente uno pretende huir del tedio y de la cotidianidad. Ahórrese insolaciones y cáncer de piel, recuerde que el mejor protector solar se encuentra bajo techo, en ese raído sofá que, de tanto verlo, le ha hecho olvidar que es una nave hacia los mundos que se ocultan en su cerebro. ¡Buen viaje…!

Lo más leído

skeleton





skeleton