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Gínder Peraza Kumán/SIPSE

¿Hay algo más peligroso para quienes vivimos en México que la violencia? Sí, y es acostumbrarnos a la violencia, una situación que se agrava cada vez más en nuestro país, propiciada por la impunidad y la inoperancia de los órganos de gobierno que deberían trabajar las 24 horas para protegernos y prevenir las alteraciones al orden público.

Abra usted el medio de comunicación que sea de su preferencia y compruebe que la violencia contamina ya prácticamente todas las actividades en el país.

En lo que va del año la vecina ciudad de Cancún lleva ya casi 500 muertes de personas atribuibles al crimen organizado, y en el estado de Veracruz apenas están tomando medidas para colocar en algún lugar decente poco más de 300 cuerpos encontrados en fosas clandestinas y de los cuales las autoridades no se pueden desprender por razones legales. Lo más preocupante es que al parecer todos nos hemos vuelto insensibles y no percibimos que ese maloliente problema evidencia que en ese estado y en otros más un gran porcentaje de los homicidios queda impune.

La conducta salvaje de seguidores del club Rayados de Monterrey, quienes atacaron cobardemente a un joven aficionado de los Tigres de la UANL y lo dejaron casi muerto, evidencia también el lamentable estado de ruindad y abandono en que han caído las familias, la gran mayoría de las cuales ya no enseña el respeto y la tolerancia, valores indispensables para que la sociedad crezca y se desarrolle en armonía.

Y en nuestro querido Yucatán, preocupa la actitud de los dirigentes de la Cámara de Comercio de Mérida y de la que agrupa a las asociaciones del ramo en todo el país, quienes se vieron mal tratando de minimizar en una rueda de prensa el entorno, las raíces y las consecuencias de la reciente ejecución de un comerciante en el puerto de Chicxulub. Esos líderes se ocuparon ante la prensa más de minimizar el problema y pedir que se publique lo menos posible de lo malo y se dé preferencia a lo bueno, que de exigir acciones firmes de las autoridades para que ese tipo de casos no se presenten en el estado, y si se presentan, sean castigados de manera ejemplar.

No nos engañemos: gobierno y sociedad tenemos la culpa de la espiral de violencia que afecta al país, y que no se ve por dónde pueda ser detenida. El tema da para muchísimo más.

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