El oleaje de los libros

El mar con su oleaje, la brisa y la arena invitan naturalmente a la lectura.

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El mar se mide por olas, el cielo por alas, nosotros por lágrimas.- Jaime Sabines

El mar con su oleaje, la brisa y la arena invitan naturalmente a la lectura, algunos tendrán la fortuna de poder leer estos días arropados por el aroma y el ambiente marino, y otros, podremos recrearlo a través de algunos libros que lo tienen como tópico o escenario. La poesía lo hace con sus excelentes pinceladas de imágenes que lo evocan, pero en esta ocasión vamos a navegar por los textos narrativos que, con su lectura, ineludiblemente nos hacen sentir vivamente el paisaje marítimo.

Nuestras letras yucatecas tienen varias reminiscencias del mar, y cómo no hacerlo, si Yucatán es costa e inspiran sus bellos puertos e incomparables atardeceres como el de Progreso que Pedro Pérez Piña recreó en una historia idílica y trágica titulada “Los Irredentos”. “Cerraba los ojos y sin gran esfuerzo podía imaginar la playa; sonido de mar, olor a puerto”, este es un fragmento del cuento “Marinas” de la escritora yucateca Carolina Luna, y Juan García Ponce en “La casa en la playa” interroga: “¿Es el mar un espejo, una bruñida superficie de cristales móviles que nombran el devenir de nuestros rostros en la ubicua voz de sus mareas?”.

Pero claro que el mar es infinito también en la literatura, desde “La odisea”, “Moby Dick” de Herman Melville, “La isla del tesoro” de Stevenson y “El viejo y el mar” de Hemingway que se han vuelto clásicos, hasta “Las olas” de Virginia Woolf y muchos otros que han hecho del mar y todo lo que lo rodea su inspiración. Pero recomendados para estos días también son: “Otra vez el mar” de Reinaldo Arenas, “Dos horas de sol” de José Agustín y “La isla del día de antes” de Umberto Eco, que recrean el verano de trasfondo porque sobresalen personajes e historias de gran impacto.

Un retrato minucioso lo hace José Luis Sampedro en “Mar al fondo”, relatos que recrean su polifacética esencia e invitan a “fundirse en el mar, liberarse y, simplemente, existir”, también como lo hace John Banville en “El mar”, donde es un lugar para el recuerdo y el olvido a la vez. Otros títulos son “La isla bajo el mar” de Isabel Allende, recreando el Caribe; “Los mares de Wan” de Gabi Martínez, un periplo por las aguas orientales, y el cuento “El mar”, de Ana María Matute, para los niños. La lista es interminable, como las olas y la lectura, pues como versa Gorostiza: “No es agua ni arena la orilla del mar”, pero es el lugar a donde nos transportará el oleaje de estos libros.

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