Qué tan locos debemos estar que vemos la vida a través del lente. Viviendo desde nuestra burbuja, cómodos, siguiendo el patrón, en un desacierto por “ser originales”. Siguiendo al pie de la letra lo que marca tendencia: compartir un video, un meme, una expresión, una canción, colores, etc. Acompañado de una advertencia que dice: En caso de no seguir el ritmo, quedas fuera.

Lo insensible, a diferencia del fotógrafo submarino Luis Javier Sandoval, se ha hecho una constante. Cuántas imágenes sobre matanzas, homicidios, violencia hemos visto circular en Facebook, sin que la gente reaccione para defender al vulnerable, sin hacer algo razonable. Por otra parte, esa herramienta ha servido para capturar a delincuentes. Sé que también ha servido para compartir la búsqueda de personas extraviadas, sé que ha sido útil en beneficio de la sociedad. Pero también sé que existe la contraportada, el lado más popular, el del espectador.

Sólo en México, con cifras del 2016, más de ocho mil millones de videos son vistos en Facebook, de acuerdo con el director general de Facebook en México, Jorge Ruiz. Un video se puede viralizar al hacer algo tonto, una palabra, una acción; éste puede ser el detonante, el más común es hacer bromas para humillar al prójimo. Se inflan las reacciones, disminuye la autoestima, aumenta la insensibilidad. Creen ser libres, hacen uso de la libertad de expresión, redactan una larga declaratoria sobre lo que nos ha pasado, sin poder ver el problema, sin enfrentarlo en persona. Están dando traspiés. Estamos dando traspiés.

Cada vez se vulnera más la privacidad, se publica la intimidad. Qué ironía, cuando estas plataformas se hicieron para crear lazos sociales. Aún creo que podemos hacerlo mejor, estamos a tiempo, vienen nuevas generaciones. Promovamos la igualdad, el respeto, el amor, nuestros derechos, experiencias, lo que es saludable; Un granito de arena puede hacer la diferencia. Hay que romper el ritmo, dejar atrás esa esfera.