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¡A la una, a las dos, y a las tres! Vendido al señor… El Transcriptor cumple otra tanda de subastas y, en un receso, bebe un espresso doble, para continuar con su nuevo empleo.

Vestido de gala, flux nuevo, tipo inglés, color atabacado, le explica a la columna Viernes Cultural:
Esto de la subasta viene de antiguo, un clásico ejemplo es el de la subasta de la esposa durante el imperio babilónico. Comenzaba con la mujer más bella. La información dice que era de hecho un acto ilegal obtener una esposa fuera de este proceso de compra.

¿Y cómo te metiste a subastador?

Ahhhhh, es que leí tres noticias sensacionales:

Una joven italiana con medidas 85-60-90 subastará su virginidad, la primera oferta es de un millón de euros.

Otra, una rumana hizo lo mismo, con la misma oferta inicial.

Y una tercera, norteamericana, pide por su virginidad 365 mil euros.

Pero si tú no tienes ni un peso, menos euros, en qué caerte muerto, se burla la querida de los viernes.

Así es, afirma el erotómano de su vida, pero, como no siempre hay un comprador, entonces el objeto de la subasta se guarda, limpia, sacude y deposita en un almacén, entonces es cuando entro en acción.

Pasaría las horas y los días mirando y suspirando por esa cosita maravillosa, en tanto se vende a quien dé más, y mientras eso sucede, aquellito sería casi mío de mi propiedad.

De nada… Saludos…

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