Congruencia es una palabra que decimos mucho -figura sobre todo en los discursos políticos-, conocemos poco y aplicamos menos. Como la mayoría de las que usamos los que nos expresamos en español, tiene origen latino, aunque etimología incierta. Su significado es muy claro: correspondencia entre lo que decimos y lo que hacemos, pero también “relación lógica y coherente entre varias cosas”, según el Diccionario de la Real Academia Española.

La congruencia (en latín congruens-entis) tiene significados también en matemáticas, geometría,  religión y derecho, pero van a ser tema apenas tocado en este escrito, para no complicar más las cosas. Viene del latín cum-gruere que  significa: convenir, encontrarse, coincidir, verbo este, gruere, de poca utilización entre los escritores latinos y que no tiene nada que ver con otro gruere, que es graznido y del cual se deriva la palabra grulla, un ave zancuda.

La etimología de gruere en su primera acepción es poco conocida, pero su significado es claro: que está de acuerdo, conforme o ajustado a algo, que es concordante (de cum y cor-cordis, corazón), de la cual  hablaremos en siguiente colaboración.

Su significado matemático, que se explica en la teoría de los números y está en la misma línea que su significado etimológico es expresión algebraica que manifiesta la igualdad de los restos de las divisiones de dos números congruentes por su módulo y que suele representarse por tres rayas horizontales puestas entre dichos números (DRAE). 

En geometría se refiere a las equidistancias y los ángulos  de los triángulos y en religión es eficacia de la gracia de Dios que obra sin destruir la libertad del hombre (DRAE). Hay un cuatro significado en el DRAE, y es en derecho: conformidad entre los pronunciamientos del fallo y las pretensiones de las partes formuladas en el juicio.

La RAE hace sinónimas a congruencia y coherencia, pero tienen sutiles distinciones.
De modo que ya sabe, sea congruente y antes de decir una palabra entérese de su significado.