Día Nacional del Libro

En 1979 se instauró por decreto presidencial el 12 de noviembre como el Día Nacional del Libro...

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En 1979 se instauró por decreto presidencial el 12 de noviembre como el Día Nacional del Libro y los derechos de autor, con motivo de honrar el natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz, pues nadie mejor que ella amó los libros en ese mundo novohispano que perseguía a los lectores de libros prohibidos, especialmente aquellos que abrían una ventana al mundo desde la celda oscura, solitaria y silenciosa del convento donde la Décima Musa pasó gran parte de su vida. Y, sin embargo, quien lee nunca se ha de sentir solo, porque, como dice Paul Auster, “el acto de la lectura permite una comunicación entre dos seres humanos”, aun sin compartir un espacio y un tiempo determinados.

Los lectores de este mundo tan vertiginoso y materialista tienen casi todos los libros a su alcance, sin prohibiciones ni censura, pueden leer de noche o de día, en silencio o no, como prefieran, y en el formato que elijan, pero paradójicamente lo que nos hace falta es tiempo, aquel que parecía detenido en el siglo XVII y que ahora se nos consume día a día en las pantallas líquidas de la posmodernidad.

Hoy, para leer hay que robarle minutos al sueño o guardarlos por dosis para consumirlos los días de descanso; para leer necesitamos vencer el cansancio y dejarnos llevar por las páginas del libro, salir por un momento del mundo conectado y adentrarnos en otros para vivir las vidas que queramos.

Para leer no basta con tener las ganas y el libro, no nos basta con que nos digan todos los beneficios de la lectura, tampoco basta con que se celebre un día del libro, para leer nos hace falta tiempo, pues, como decía Schopenhauer: “Junto con los libros debería venderse el tiempo suficiente para leerlos”, y lamentablemente dos siglos después aún no se vende en ninguna parte.

Sin embargo, los libros y sus lectores, sus días y sus colores, su magia y su fragancia van a seguir existiendo y los vamos a seguir celebrando, porque los libros son el compañero inseparable del ser humano, han resistido los embates de los siglos, del fuego, la censura, la ignorancia, y han hecho su mejor amiga a la tecnología, y aquí siguen, permanecen, en silencio, resguardando la conciencia colectiva de esta humanidad que a veces se olvida que para maravillarse basta con tan sólo abrirlos.

Así, lectores, celebren o no el día del libro, cuando tengan la fortuna de dedicarle unos minutos o unas horas a leer sepan que, como pensaba Ezra Pround, el libro es una bola de luz en nuestras manos.

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