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El pasado viernes, la senadora Martha Tagle estuvo en nuestro Estado para presentar un libro de la red nacional de género y economía; contrario a lo que normalmente podríamos encontrar ante la llegada de un político, el auditorio, aunque lleno, no se encontraba abarrotado de “acarreados”, sino que, en su mayoría, había sido ocupado por mujeres. La principal razón de lo anterior se explica en el hecho de que el libro presentado llevaba como título “La economía feminista como un Derecho”; el tema da mucho de que comentar tanto para mujeres como para hombres.

Y aunque muchas personas crean que a todo se le quiere agregar la palabra feminismo o enfoque de género, éste es necesario para poder visualizar y trabajar en la solución de problemas específicos; en el caso de la economía feminista, surge de reconocer que el trabajo no asalariado también es trabajo, y que éste debe comenzar a visualizarse con un potencial transformador que, en muchas ocasiones y de manera deliberada, es negado; es decir, se invisibiliza el trabajo de la mujeres y a las mujeres mismas.

Cuando menciono trabajo no asalariado, me refiero de manera primordial al trabajo doméstico, sí, ese que incluye un grupo de actividades gratuitas como: limpiar la casa, hacer la compra, la comida, lavar la ropa y, si se tienen mascotas, inclusive atenderlas; pero también existe el plano de la atención en el hogar, los cuidados que se le deben otorgar en las esferas personales, materiales e inmateriales a los niños, la pareja, los adultos mayores e inclusive a otros miembros de la familia extensa.

La presentación del libro trajo más preguntas que respuestas; empero, es importante señalar que, ante todo, lo que necesitamos ya no son teorías que objetiven una realidad del mundo, sino que más personas cuenten su propia realidad y de esa forma mirar y nombrarla de manera distinta; de esta forma podríamos comenzar a valorar y retribuir económicamente ese trabajo que se ha considerado sistemáticamente como no asalariado, restando poder al antiguo statu quo. Estos cambios no deben limitarse únicamente a las mujeres, es un trabajo de todos como sociedad, porque trabajando juntos, de manera horizontal y no de manera subordinada, crecerá nuestra economía, y visto de esa forma, es algo que nos conviene a todos.

Es precisamente este momento de crisis económica en la que vive nuestro país, en el que debemos aprovechar y romper este círculo vicioso en el que las mujeres son dominadas por el sistema económico capitalista. Y no quitar los ojos de nuestro objetivo final: tener una sociedad más justa y equitativa, donde las relaciones de poder sean mucho más horizontales y solidarias. Para ello necesitamos educar a cada vez más personas en el feminismo: economistas, médicos, abogados, periodistas y sobre todo a los servidores públicos

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