Un médico yucateco fuera de serie
José Ricardo Sauri y Sauri fue considerado el padre de la alta cirugía moderna en Yucatán.
Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Existen personajes a lo largo de nuestra historia que han aportado a la sociedad un invaluable servicio, y que por alguna olvidadiza razón nunca se les ha rendido un justo, por no decir justiciero homenaje, que a diferencia de perversos o controversiales individuos a quienes se les ha reconocido imponiendo un busto, o acuñado su nombre en centros deportivos, edificios etc., y ya ni citar alguno que otro alcalde o alcaldesa que ellos mismos, en funciones, mandan a imponer alguna calle a su nombre o, fabricar pisos, techos o bancas con su sello personal.
Pero hablemos de lo bueno, de lo digno, y de lo que hay que recordar, tal y como sería uno de estos fantásticos personajes en la historia de Yucatán de quien muy pocos han escuchado hablar, a pesar de haber sido un hombre que realizó una obra admirada y que logró derramar el beneficio de su encandilada caridad en tan gran escala; famoso en su época por sus geniales habilidades y por los notables éxitos que alcanzó, ese fue el médico José Ricardo Sauri y Sauri, quien vio por primera vez la luz en Tizimín, Yucatán en el año de 1844, y murió en 1930 en Mérida.
Este personaje, a quien por cierto, se le consideró desde hace más de un siglo como el padre de la alta cirugía moderna en nuestro estado, fue un hombre excepcional, ya que realizó muchas operaciones que nunca se habían siquiera intentado en Yucatán, pero lo más interesante del asunto, es que fueron intervenciones de diversa índole, como por ejemplo: la primera persona que comenzó a operar asépticamente en Yucatán fue él, y la paciente fue Candelaria Pinelo Pérez, a la que intervino por histerectomía abdominal.
La lista de operaciones con éxito por primera vez es extensa, como por ejemplo la de uretrotomía, la histerectomía vaginal con curación, la laparotomías, la operación de keilotomía por hernia umbilical estrangulada, la operación de keilotomía por hernia inguinal o crural; de trépano en el cráneo y con curación, de Pterigion, de ovariotomía y con curación, de enuclenación ocular de un lado con curación, la primera operación de catarata senil con anestesia de cocaína y con buen éxito, la primera de coroidítis serosa (glaucoma); la primera vez que reestableció el color de la córnea con tinta china después de una operación de iridectomía (pupila artificial) y con éxito en Yucatán estuvo en sus manos.
También, en uno de sus múltiples viajes a Europa trajo la primera jeringa de “pravaz” para inyecciones hipodérmicas en Yucatán, usándola al llegar en su madre que padecía un extremo dolor en el rostro. De la misma forma, la primera anestesia general por cloruro de etilo y con buen éxito la realizó este galeno, y así mismo, fue el primer médico cirujano que recetó en idioma castellano, sin abreviaturas y utilizando el sistema métrico decimal.
De acuerdo a la crónica del también destacado médico Juan Miró, quien vivió en la misma época del galeno José Ricardo Sauri y Sauri, la primera casa de salud particular, no sólo en Yucatán, sino en México, la instauró este último en la calle 53 #365, inaugurada en uno de los primeros días de febrero de 1894, cortado el listón un poco antes de la primera operación antiséptica. Esta casa de salud, cerró el 1 de mayo de 1900.
El Dr. Sauri se graduó en medicina y cirugía en la facultad de parís en 1868, además de estudiar en Bellevue, NY. En 1878 fue nombrado catedrático de la escuela de medicina, cirugía y farmacia del estado de Yucatán. Él estuvo en la conformación de la primera agrupación de médicos y farmacéuticos del estado de Yucatán, y uno de los que desde la primera hora prestó su cooperación para darle vida a la hija querida de sus ilusiones (como dijo en su momento un colega suyo el Dr. Carrancá y Trujillo), fundando la primera revista médica que se llamó “La Emulación”.
Algo elemental que me gustaría citar y que es admirable, sobre todo en estos tiempos difíciles, es que cuando el cirujano llegó a vivir a Mérida luego de realizar sus estudios, comenzó a servir consultas en su casa y de manera gratuita, y eso fue algo que nunca olvidó, pues a lo largo de su larga y fructífera vida hizo exactamente lo mismo: ayudar a los necesitados, sean ricos, o pobres que no pudieran pagar. Por fortuna, tengo la suerte de conocer a varios médicos que imitan su ejemplo, y eso es digno de todo nuestro respeto y agradecimiento ¡Felicidades a estos grandes seres humanos!
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