Le injertaron testículos de mono en el O'Horán

En el año 1923, esta curiosa cirugía representó un verdadero hito en la historia de la medicina en Yucatán.

|
El de la imagen es don Perfecto Herrera, a quien le fueron injertados testículos de mono en el Hospital O'Horán. (Sergio Grosjean/SIPSE)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Sergio Grosjean/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hoy, luego de haber desempolvado antiguos documentos, decidí dedicar la columna de los lunes a escribir algunos pasajes de nuestra Mérida que me resultan curiosos e interesantes.

Comenzaremos esta crónica con señor Perfecto Herrera, de 75 años de edad, a quien le injertaron testículos de mono durante una cirugía que se realizó en el Hospital O’Horán.  Esa fue la primera vez que se realizó en el estado una intervención de esta índole, misma que estuvo a cargo de los médicos Avelino Ruiz Sansores y Ernesto Guzmán M. 

De acuerdo al comunicado de aquel entonces, la intervención resultó exitosa pues a los 11 días cicatrizó completamente la herida, y esto nos habla del progreso y adelantos de la medicina que tuvo Yucatán en aquellos tiempos, ya que este evento se desarrolló el 10 de septiembre de 1923. Pocos días después de esta fecha, es decir, el 16 de septiembre del mismo año, el gobierno socialista inauguró la avenida de “Los Cupules”.

Por cierto, en la desaparecida provincia de los Cupules está asentada la monumental capital  de los Itzaes llamada Chichén Itzá, donde Francisco de Montejo “El Mozo” fundó la primera Ciudad Real en la península de Yucatán, misma que a pesar de su pomposo nombre no debió haber pasado de ser un simple campamento militar. 

Y ya que hablamos de 1923, de los Itzaes y avenidas, fue precisamente en ese año y durante el mismo gobierno del licenciado Berzunza cuando se comenzó a construirse la avenida de “Los Itzaes”, que es como hasta el presente la entrada más importante de  la ciudad, ya que comunica con la carretera a Campeche. Precisamente en esa vía, el 3 de abril de 1950, hubo una interesante reunión en la que estuvieron presentes el gobernador de Yucatán José González Beytia, el de Campeche, Manuel J. López Hernández, y el presidente de la República, Miguel Alemán Valdés, durante la inauguración del arco que conmemora la inauguración de la carretera Mérida-Campeche, el cual simboliza el afecto entre los dos estados hermanos.

Ciego precavido

Por otro lado, quiero relatarles una simpática crónica que data del año de 1888 y que se desarrolló en el barrio de San Cristóbal. Una lóbrega noche de invierno del citado año, un hombre ciego se encontraba caminando con destino a su morada, pero curiosamente iba provisto de una potente lámpara (de combustible) y un caminante, al ver semejante escena,  se le aceró para preguntarle cuál era la finalidad de utilizar este aparato ya que él no veía, por lo que el ciego le respondió: “la luz me sirve para que no me atropellen los que ven”.

Casualmente, ese mismo año, estando en el gobierno del Gral. Palomino, se iniciaron los trabajos de la construcción de la avenida reforma, la que se le nombraba en aquel entonces “Calzada de la Reforma”.

Finalmente, ya que a lo largo de la breve crónica citamos la avenida de “Los Cupules” y la de “Reforma”. Vale la mención que en el cruce de estas dos vialidades se encuentran tres casonas muy bellas, y una de ellas es la llamada quinta de “Los Almendros”, aunque originalmente se llamaba Quinta Chapultepec. 

Las crónicas nos narran que en el año de 1903, el Dr. Eudaldo Ferráez era propietario de unos predios segregados de la hacienda “Tanlum”, y ubicados en la calle de acceso a dicha finca; los refunde y manufactura un edificio que le denominó en aquel entonces como “Quinta Reforma”, por ubicarse precisamente al final de la avenida. 

Un buen uso

En el año de 1913, a esa propiedad se le cambia el nombre por el de “Chapultepec”, sin mencionarse la razón de dicha decisión. Pasados los años y luego de haberse vendido en varias ocasiones la propiedad, se suprime la citada denominación y se le acuña la que actualmente porta: “Quinta de Los Almendros”. 

Originalmente el terreno era mucho más grande, pero con el paso del tiempo se fue dividiendo para venderse en lotes. En uno de estos espacios segregados se encuentra lo que mucho meridanos conocemos como el cenote de los “Los Almendros”.

De acuerdo con el antiguo propietario, esta cavidad fue en el pasado un banco de materiales que sirvió para construir la casona, y al llegar al cuerpo de agua decidieron continuar los trabajos y darle un buen uso, adaptándola para hacer de ella el centro recreativo de la propiedad. 

Por las evidencias que en la formación se observan es posible inferir que se pretendió hacer alguna instalación para baños sauna, y otra área para simplemente disfrutar de la frescura que esta cavidad proporciona durante las épocas de intenso calor. Se comenta que para esta obra trabajaron alrededor de 200 albañiles. 

Mi correo es [email protected] y twitter: @sergiogrosjean

Lo más leído

skeleton





skeleton