El origen de la Xtabay, del Xtabentún y del Tzacam

La historia de dos mujeres cuya naturaleza y carácter era totalmente opuestos. Ambas dieron germen a plantas del Mayab.

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La leyenda dice que la guapa mujer conocida como Xtabay se esconde detrás de las ceibas en espera de sus víctimas. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En la Península de Yucatán existe una bella flor llamada Xtabentún que perfuma las ceibas de la región del Mayab... hoy presentaré la leyenda acerca de su origen, a petición del profesor Manuel Be Calam, lector de la ciudad de Tizimín.

En cierta región vivían dos mujeres cuya naturaleza y carácter era totalmente opuestos. Xtabay, una de ellas; era realmente bella, aunque el pueblo la llamaba Xkebán, que significa 'prostituta'.

Era una joven llena de pasión, seductora y que ofrecía su amor a cualquier viajero, sin importarle lo que opinaran de ella; siempre se mostraba amable y alegre ante cualquier circunstancia.

Muy cerca de su hogar vivía otra joven llamada Utzcolel, que quiere decir buena y decente mujer; la dama era virtuosa, recta y honesta. Todos en la región sabían que no era capaz de cometer ningún desliz o pecado ni con el pensamiento. Las dos jóvenes eran muy parecidas en su belleza corporal.

Sin embargo, tenían su corazón muy distinto. Xkebán ayudaba a los enfermos y desamparados, sin importarle tener que caminar grandes distancias para poder llegar hasta ellos. Continuamente se le veía despojarse de sus más valiosas y preciadas prendas para cubrir a los demás.

Soportaba humildemente los insultos de la gente que no la conocía del todo, pues la tachaban de pervertida.

En cambio, Utzcolel era fría y orgullosa, de corazón tan duro que sentía repugnancia por el pobre. El color verdoso de su piel semejaba a una venenosa serpiente, y aunque siempre fue virtuosa no ocultaba su egoísmo.

Un dulce aroma

Un día, los habitantes del pueblo no vieron salir de su casa a Xkebán y creyeron que andaba ofreciendo su cuerpo y sus pasiones por otros lugares. Transcurrieron algunos días sin que Xkebán apareciera, hasta que cierta tarde, en esa región del Mayab, la gente comenzó a percibir un fino y dulce aroma de flores; se trataba de un perfume tan delicado y exquisito que los pobladores siguieron su rastro. 

El aroma los llevó hasta la casa de de Xkebán, a la que encontraron muerta. Dentro del cuarto, el sopor y los vapores aromáticos que expelía su cuerpo frío eran de lo más extraordinario, pero fue más sorprendente encontrar a Xkebán acompañada de los animales de la región: venados y aves multicolores que velaban su cuerpo.

Cuando Utzcolel llegó hasta la morada de la pobre difunta, gritó y maldijo: "No creo que de un cuerpo tan corrupto como el de Xkebán emane estos dulces perfumes."

Señaló que de ella sólo podía emanar podredumbre, y que ese aroma no era más que algo relacionado con los malos espíritus y que en aquella morada estaba presente el dios maligno.

Añadió "Si de una mujer tan mala y perversa escapa ese perfume, cuando yo muera, el olor que despedirá mi cuerpo será mucho más aromático y agradable."

Sólo un grupo de pobladores fue a enterrar a Xkebán, más por compasión que por otra cosa. Lo sorprendente fue que, al día siguiente, la tumba estaba totalmente cubierta de flores aromáticas y hermosas; semejaba una cascada de olorosas flores, hasta entonces desconocidas en el Mayab, y así se mantuvo por mucho tiempo perfumando la región.

Hedor sorpresivo

Tiempo después murió Utzcolel. A su entierro acudió todo el pueblo, que siempre había reconocido todas sus virtudes y honestidad, admirando su pureza y virginidad. Muchos lloraron de verdadera pena.

Recordaron lo que había dicho en vida, acerca de que al morir su cuerpo exhalaría un perfume más exquisito que el de Xkebán, pero no fue así, ya que, ante el asombro de los pobladores, los restos mortales de Utzcolel comenzaron a descomponerse de inmediato; el cadáver putrefacto despedía un olor tan nauseabundo que todos los pobladores se retiraron a sus casas con el hedor impregnado en la nariz.

Hoy en día los ancianos de la región continúan relatando la historia en lengua maya. Argumentan que la flor nacida en la tumba de la joven y bella Xkebán, la pecadora, es la actual Xtabetún, la flor más humilde y bella que se da en forma silvestre. Su jugo y aroma embriagan como lo hizo en vida el amor de Xkebán.

En cambio, lo que germinó sobre la tumba de Utzcolel es el Tzacam, un cactus plagado de espinas y de mal olor, intocable y nauseabundo como el carácter y la falsa virtud de la mujer decente.

Según la leyenda, Xtabay es la mujer hermosa, inmensamente bella que acompaña al viajero en los caminos del Mayab. Al pie de la ceiba lo atrae con frases dulces de amor, lo seduce, lo embruja y, finalmente, lo destruye.

Los cuerpos de estos incautos viajeros enamorados aparecen al día siguiente con huellas de rasguños y el pecho abierto con uñas afiladas como garras.

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