Murió en EU pero la vieron meses después en Yucatán

Esta es la extraordinaria historia de doña Lola, ocurrida en los años 70 del siglo pasado.

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A un costado de la iglesia de Uayma varias personas vieron a doña Lola, pero luego se enteraron de que en realidad estaba muerta. (Jorge Moreno/Milenio Novedades)
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Jorge Moreno/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- Si una historia puede ser considerada como controversial, polémica y terrorífica, esa es la que a continuación les presento. Un suceso inédito que ha adoptado tintes de leyenda en el pequeño municipio de Uayma, ubicado al oriente del estado, cerca de la ciudad de Valladolid.

Según cuenta la gente mayor de esta población, a mediados de los años 70 vivía una señora de unos 50 años de edad de nombre Dolores, aunque era conocida cariñosamente como doña “Lola”.

Tenía dos hijos, quienes desde jóvenes se fueron a radicar a Phoenix, Arizona, ya que les habían ofrecido trabajo en esa ciudad norteamericana. Recordemos que en ese entonces era mucho más fácil irse de migrante a laborar en busca del “sueño americano”.

Doña Lola no tenía carencias económicas, pues sus hijos le mandaban su “dinerito”, aunque ella, trabajadora desde que era una niña, vendía panuchos, salbutes y empanadas los fines de semana en la puerta de su casa.

Con el paso de los años, y toda vez que sus hijos lograron acomodarse e instalarse en los Estados Unidos, le ofrecieron a doña Lola que se fuera a vivir con ellos. Ella a primera instancia no quiso, ya que tenía muy arraigado su cariño hacia su pueblo.

Sin embargo, con el paso de los años, cuando sus hijos se casaron en el vecino país del norte y tuvieron hijos, doña Lola no aguantó la tentación de irse a vivir ahí para conocer y cuidar a sus nietos y por fin se fue, no sin antes despedirse de todos sus vecinos, familiares y amigos a través de un pequeño convivio que le realizaron, pues se iría una larga temporada y no sabía a ciencia cierta cuándo retornaría a Uayma.

Llegó el día ansiado, y los que la conocieron la fueron a despedir en el paradero de autobuses. Ella se iría a Valladolid para de ahí agarrar un camión rumbo a Mérida y de ahí verse con unas personas que también viajarían a Arizona.

El reencuentro

Pasaron las semanas, los meses y un día, una de sus vecinas la vio desde su albarrada en el patio de su casa, le dio mucha alegría verla, y apenas terminó sus labores fue a su domicilio para saludarla, pues hacía ya más de un año que se había ido y le caía muy bien.

Sin embargo, esta señora se fastidió a golpear la puerta de su casa, ya que nunca salió nadie. Extrañada, se fue y supuso que a lo mejor Lola estaba muy ocupada o se había quedado dormida y por eso no le había abierto la puerta.

En la noche, nuevamente fue a su domicilio para saludarla pero le llamó la atención que todas las luces estaban apagadas. En eso se le acercó otra de las vecinas, quien le dijo que había visto a Lola, pero extrañamente cuando la saludó ésta la ignoró y siguió su camino.

“Seguramente ya se le subió y se cree mucho porque estuvo viviendo en Estados Unidos”, dijo la persona.

“No creo, Lola no es así, es muy amable, creo que no te vio”; dijo a su favor su amiga, a quien conocía desde que eran unas niñas.

Esa noche tampoco salió Lola, ni en los días siguientes, lo que pronto se convirtió en un misterio con varias personas del pueblo, ya que al menos cinco de sus conocidas aseguraron verla, ya sea en la puerta de su casa, en el mercado e incluso en el atrio de la iglesia.

La conclusión

El misterio se resolvió unos meses después, aunque para muchos, más que resolverse se convirtió en un auténtico misterio, ya que los dos hijos con sus respectivas familias regresaron a la casa de su madre y cuando las vecinas se acercaron para saludar a doña Lola, éstos, serios, les dijeron que por desgracia su madre falleció de un infarto a los pocos días de haber llegado a Arizona.

Las vecinas no lo podían creer, pues meses antes la habían visto en diversos sitios del pueblo. Los hijos incrédulos, pensaron que se estaban burlando de la memoria de su madre y no les hicieron caso, ellos habían regresado con el fin de vender la casa y sacar las pocas pertenencias de su madre, y sobre todo para poner sus cenizas en el nicho familiar que está en el cementerio.

La única explicación que los conocidos de doña Lola le dan a este suceso es que ella quería tanto a su pueblo que regresó como alma en pena para despedirse, un caso sin duda insólito y sorprendente. Hay quienes quizás no lo crean, pero es un suceso que marcó a los que fueron testigos de la visita de doña Lola desde el más allá.

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