Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Cada panteón tiene sus peculiaridades y creencias. En esta ocasión hablaremos de un caso que al parecer tiene su origen en el municipio de José María Morelos, Quintana Roo, pero que ha sido adoptado en poblados de Yucatán.

Seguramente cuando usted ha acudido a algún camposanto ha notado que así como hay tumbas muy sencillas (lo cual no siempre tiene que ver con la condición social de la familia del difunto) también hay tumbas muy elaboradas con muchos adornos incluso en mármol.

Y también hay algunas que tienen uno o varios ángeles, los cuales para algunas familias tienen un significado diferente al simple hecho de poner una imagen religiosa.

De acuerdo con lo que me han platicado y que también se ha publicado en libros, se dice que a principios del siglo antepasado se tenía la costumbre de poner cierta cantidad de ángeles en las tumbas de quienes fallecían dependiendo de cómo se hubieran portado en vida.

Si el difunto en vida fue una buena persona no era necesario colocar nada más que la tradicional cruz sobre la tumba, pero si, por ejemplo, había sido considerada una mala persona se le ponían encima una, dos, tres o hasta siete esculturas de ángeles, los cuales serían los encargados de ayudarlo a cruzar al cielo en caso de que tuviera que pagar algunos de sus pecados en el purgatorio.

A mayor cantidad de ángeles, eran mayores los pecados que hubiera tenido en vida el difunto, pero no se podía pasar de siete (si no imagínese la tumba de algún mal político de un pueblo, tendría que tener una legión completa de ángeles en su lápida para ser perdonado).

De hecho, varias de las tumbas del municipio mencionado se encuentran con uno o varios ángeles, y en la mayoría de los casos es por esa antigua tradición o “ayuda” que se le hacía al ser querido para ascienda al cielo.

Salvación segura

En mis diez años de carrera en la investigación paranormal he visitado poco más de 170 panteones de todo el sureste del país y son contados los casos en donde he visto a los siete ángeles, pudiera ser que la tradición ya se esté extinguiendo, que los familiares consideren a sus difuntos buenas personas o de plano debido a la crisis que no hubieran tenido presupuesto para mandar a hacer o comprar siete esculturas de ángeles.

Aunque en ocasiones, el dinero no era pretexto, pues hace algunos años vi una antigua tumba en el cementerio de Tizimín, en donde habían en efecto siete ángeles, pero hechos de cemento de una forma muy rústica y medían si acaso diez centímetros cada uno; posiblemente la familia del difunto quería que a como diera lugar su ser querido se “salvara” del “fuego eterno”.

No cabe duda que estas tradiciones, muchas de las cuales están a punto de perderse por la falta de difusión, son muy interesantes, sobre todo cuando conocemos el significado.

También es posible que la gente ponga ángeles en las tumbas, sin tener idea de lo que significa.