La leyenda de la 'Huesuda Maya'

Al descubrir que su esposa era una bruja que asolaba el pueblo, un amoroso marido se vio obligado a poner fin al sufrimiento de sus vecinos.

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Retrato hablado de una de las llamadas “huesudas”. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En la Ciudad de México, y en muchas otras partes del país, llaman “la huesuda” a la muerte; sin embargo, en la cultura maya existe una “huesuda” a la cual se refería la gente antigua, pero relacionada con una hechicera que se despojaba de sus carnes para hacer sus embrujos.

Por ese motivo y debido a que literalmente se quedaba “en huesos” le llamaban así, pero además se quitaba la cabeza (por las noches, a partir de la una de la madrugada) y retornaba a su domicilio antes del amanecer, no sin antes hacer un ritual para regresar a su forma humana y recuperar su cabeza.

El origen de esta modalidad de hechicera maya proviene de Ticul y el sur del estado, pero en pocas décadas se propagó en varias poblaciones. Los sitios en donde más se reportó este tipo de brujería fueron Maní, Tekax, Valladolid, Yaxcabá y en la población quintanarroense de Felipe Carrillo Puerto.

Un caso clásico de la muerte de uno de estos seres, ocurrió en la ciudad de Umán, con una hechicera que fue descubierta y tuvo un triste final.

Cuenta la leyenda que en la ciudad de Umán vivió hace muchos años una hechicera que de día llevaba una vida normal, era casada con un hombre que ignoraba sus malas artes, y por las noches, cuando todos dormían, hacía sus embrujos...

Discreción ante todo

Ella, a diferencia de otras brujas o santeras, no decía a nadie lo que hacía, pues en la noche se transformaba para hacer de las suyas, ya que de forma por demás increíble se despojaba totalmente de sus carnes, las dejaba al lado de un cuartito que había fuera de su casa y completamente en huesos se iba a asustar a la gente.

Pronto corrió el rumor en todo el pueblo y los alrededores de que veían un esqueleto que deambulaba por las calles, por lo que la gente corría despavorida; pronto empezaron a apodarla "la huesuda".

Esto llegó a oídos de su esposo, quien en alguna ocasión le comentó sobre ello, a lo que la mujer, nerviosa, decidió cambiarle la plática.

Descubierta en el acto

Pero una noche, cuando la mujer se levantó para transformarse, el marido se dio cuenta de cuando salió de la casa, y, pensando que a lo mejor lo engañaba con otro hombre decidió seguirla.

Con asombro vio que su mujer, junto al cuartito ubicado a las afueras de la casa, hizo algunos conjuros y tomó unos brebajes para posteriormente quitarse toda la ropa y empezar a arrancarse la piel sin mostrar el menor dolor. Esa misma noche, el marido se hizo al dormido y esperó a que su esposa se levantara para comenzar su ritual de transformación.

El esposo no sabía qué hacer, estaba muy triste por esa situación, pero decidió no decirle nada ni reclamarle. Estuvo muchos días pensando qué hacer, aunque a decir verdad los rumores y molestias del pueblo eran cada vez más y ya hasta habían organizado batidas para atrapar a este maligno ser.

Ante ello, el marido tomó una decisión drástica y esa misma noche se hizo al dormido y esperó a que su esposa se levantara y realizara su ritual de transformación.

Cuando ésta se despojó de sus carnes y salió a la calle, el marido fue por medio saco de sal, la cual esparció sobre toda la piel y carne que estaba junto al cuartito y se fue a guardar de nuevo esperando que llegara su esposa...

Quemada por la sal

Dos horas después la bruja regresó, y al querer ponerse su piel, empezó a retorcerse ya que con la sal no podía regresar sus carnes al esqueleto, y al verse impotente y descubierta, tomó una drástica decisión: cerca de ella había una pesada roca, la levantó con mucho trabajo y se la dejó caer en la cabeza, por lo que cayó muerta... prefirió suicidarse a intentar cualquier otra cosa...

Desde ese día el pueblo y sus alrededores volvieron a la tranquilidad, con excepción del nuevo viudo, quien, para no levantar sospechas dijo que su esposa había fallecido por una picadura de serpiente en el monte...

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