Con reuniones satánicas despidieron el año en Mérida y Umán

Adolescente vivió noches de pesadilla presenciando los rituales demoniacos de una secta con ramificación en Yucatán.

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Imágenes de pentagramas similares a este estaban pintadas por toda la casa donde vivía una pareja que invocaba al demonio. (SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hoy, les platicamos la experiencia paranormal que tuvo el lector José Baltazar Madera, quien radica en la ciudad de Mérida y cuenta el terror que vivió por dos dos fines de año consecutivos:

“Yo soy de la ciudad de Mérida y desde que soy joven la tradición es ir a pasar la fiesta de año nuevo en casa de mi abuela en Teziutlán, Puebla, ya que es la única fecha del año en que mis tíos se pueden reunir por cuestiones de vacaciones; mi papá es de esa población, pero por cuestiones de trabajo vive en Mérida desde hace 25 años.

“Las fiestas de 2005 y 2006 fueron de pesadilla para mí, en ese entonces yo tenía 17 años y mis primos decían que a la vuelta de la casa de mi abuela, en un predio abandonado, iba una secta que adoraba al demonio justo el 31 de diciembre.

“Yo al principio no lo creía, hasta que me tocó verlo ya que fuimos de fisgones a través de las techos, ya que el patio de mi abuela colinda con el terreno de esa casa; desde ahí pudimos ver a personas con túnicas blancas y con velas que sacrificaban gallinas y gallos.

“En el año 2008 murió mi abuela y ya dejamos de viajar los fines de año ahí, pero en el 2010 me mandaron un mensaje mis primos con un recorte de periódico en donde habían arrestado a los dueños de esa casa, y que la secta era una célula que tenía adeptos en varios estados, incluso mencionaron a la ciudad de Mérida.

“En cuanto a esto último he leído que han publicado sobre las sectas que están en Mérida, Progreso y otros sitios y quizá se trata de esas personas, la verdad me dio mucho miedo porque era adolescente y no valoré el peligro de meterme al patio de esas personas solo para fisgonear lo que hacían, pues de hecho los detuvieron porque además había muertos ‘pozoleados’ (quemados en aceite).

“De hecho decían que tiempo después se veían sombras blancas y ruidos de lamentos en el interior de esa casa, hay quienes decían que era el mismísimo demonio el que lo propiciaba, pero otra versión dice era que eran las almas en pena de los que asesinaron ahí.

“Por cierto, hace unos meses mi sobrino que vive en Umán comentó que igual en ese sitio en fin de año se reúne una secta para hacer rituales y que, al parecer, no solo estaban ahí y en Mérida sino también en varios municipios”, finalizó.

“Hijo del demonio”

Este caso de cierta forma es parecido a uno que publicamos hace poco más de un año y que fue muy sonado en Pachuca, Hidalgo, en 1990 y que fue conocido como el caso del “hijo del demonio”. Nos lo relató un lector:

“Rubén Guevara y Marcelina Méndez eran una joven pareja de recién casados, gustaban mucho de las fiestas y las reuniones entre amigos, amigos de los cuales se les veía gente normal y sin malos hábitos, los veía seguido y me enteraba de todo esto porque yo vivía a lado de su casa.

“Pero un día todo eso cambió, corrían las doce de la noche aproximadamente y en el cuarto se oían risas y las voces de muchas personas (todo se entendía perfectamente, debido a que su cuarto queda pegado al mío, claro en diferentes casas) así que era imposible poder dormir...y llamado por la curiosidad pegué mi cabeza a la pared para escuchar...

Buscaron por toda la casa y gran sorpresa se llevaron, cuando en el sótano encontraron a una mujer degollada

“Escuché decir a ella cosas acerca de que estaba decidida, que ella entregaría todo a ‘El’ si le concedía tener un hijo. Yo no sabía con quien hablaba volví a mi cama e intenté dormir, en fin no le di importancia.

“Meses después los oí peleando él le decía a ella que ‘eso’ no servía, que estaba harto y que eran puras tonterías, que la iba a tirar, oí que abrió su puerta y al salir llevaba en sus manos una tabla ouija; me sorprendió, aunque jamás la había jugado sabía que esas cosas eran malas si no se usaban bien.

“Pasaron varios meses en los cuales, por las noches se escuchaban murmullos y se podía observar desde afuera, una luz muy tenue, como la de una vela, era raro ya no se oía la radio, ni la televisión y las visitas de amigos habían acabado.

“Al cabo de unos días fui a la tienda y mi vecino le contaba al tendero muy contento que su mujer estaba ya esperando un hijo, él le decía ‘ya ve don Juan, le dije que aunque los doctores dijeran lo contrario, yo iba a conseguir a mi hijo aunque me saliera caro’.

“Llegó el día del nacimiento del niño, era un varón parecido a su padre, durante el primer año al niño lo ocultaban, era casi imposible verlo, algunas veces yo lo veía a escondidas, cuando su madre lo sacaba al patio, hasta el día que ya no se escucharon ni chillidos ni gritos, ni nada.

“Al señor solo se le veía salir por la mañana y entrar muy tarde por la noche, y de su mujer y el niño nada, pero debido a que se habían alejado mucho de todos los vecinos a nadie le importó.

"Te entregué a mi mujer y ahora a mi hijo"

“Un día, seis personas con ropa negra llegaron hasta la casa de ellos, él abrió la puerta y los recibió, después de una hora mas o menos se comenzaron a oír gemidos en la casa, los perros de otras casas comenzaron a ladrar, me acerqué para escuchar y me di cuenta que eran alabanzas para el diablo, me quedé escuchando, y oí cuando él dijo ‘aquí está lo que me pediste hace días, te he entregado a mi mujer y ahora te entrego a mi hijo’.

“Los sonidos aumentaron, era todo terrible, espantoso, esa noche mis padres habían salido, tuve miedo de llamar a la policía y solo me encerré en otro cuarto, a la mañana siguiente las patrullas se oían afuera de la casa, el vecino que colinda con ellos había oído todo y les llamó, gran sorpresa tuvieron cuando abrieron la casa, pues dicen que apestaba a putrefacción, y a pesar de ser un día soleado, la casa estaba muy fría. Dicen que en la habitación había dibujado un pentagrama repleto de sangre. 

“Buscaron por toda la casa y gran sorpresa se llevaron, cuando en el sótano encontraron a una mujer degollada y de aquel hombre y de aquel niño jamás se supo nada, cuando encontraron la ouija, estaba escrita la fecha de un día anterior, pasó el tiempo y desde eso nadie se atreve a rentar la casa”.

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