Tiago, el alux 'educado' de Muna

El pequeño y mítico ser vivía con una familia en Muna y nunca les había dado problemas; por el contrario, cuidaba la casa.

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En un montículo de piedras similar a éste vivía el alux 'Tiago' en Muna. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Un caso poco conocido sobre los aluxes ocurrió en el municipio de Muna hace muchos años. El relato data de 1885, apenas una década después de que fuera nombrada villa dicha población y me fue platicado por un ex empleado del convento San Bernardino en Valladolid, quien tuvo acceso a libros y reportes de la época.

Afirma que en ese año un sacerdote español vivía en Ticul, pero acudía con frecuencia a Muna (ubicado a menos de 10 kilómetros de ahí). En una ocasión una familia católica muy reconocida por ser participativa en las donaciones a la iglesia lo invitó a comer a su casa.

Tras comer los respectivos alimentos, pasaron a la sala para tomar café, pero de pronto el sacerdote pegó un brinco al ver que pasaba corriendo un pequeño ser del tamaño de un niño de uno o dos años, pero con una agilidad no propia de un infante, además con el rostro de adulto y apenas con un taparrabo.

Amistoso e inofensivo

Sin el menor recato, la anfitriona sonrió discretamente ante el asombro del padre y le dijeron que se trataba de “Tiago”, el alux que protegía su propiedad, que era “amistoso e inofensivo” y que vivía ahí desde hace décadas, pues el abuelo de la familia lo había creado gracias a los vínculos y amistad que tenía con un sacerdote maya.

Intrigado ante semejante sorpresa, preguntó cómo es que no les daba miedo, a lo que ellos con toda naturalidad decían que “Tiago” era como de la familia, pues estaba ahí desde antes que ellos pasaran a vivir a ese sitio y nunca les había dado problemas.

De hecho sólo lo veían tres o cuatro veces por semana ya que solía estar guardado en un montículo de piedras en el patio y ellos trataban de no molestarlo, lo que sí le dejaban a diario galletas, bizcochos y agua, pues era lo que le gustaba.

Afirmaban que su labor era ser “guardián” de ese sitio, ahuyentando a los zopilotes que trataban de comerse las mazorcas o a posibles intrusos o ladrones.

“Eso sí, el alux Tiago es muy amable y educado, hasta aprendió a hacer reverencias”, dijo supuestamente la señora de la casa al sacerdote español.

Todo esto quedó documentado en una bitácora y por sorpresivo que pudiera ser, no se trata del primer caso escrito por sacerdotes y españoles en la península de Yucatán.

Testimonio español sobre un Alux

Recordemos que hace más de un año presentamos en esta misma sección uno de los testimonios más importantes que se han dado a conocer en América y España sobre la presencia de un duende o alux.

Fue la versión recogida de la ciudad de Valladolid en el año de 1613 por el capellán de su majestad y dean de la Iglesia y Catedral de Yucatán, Dr. Pedro Sánchez de Aguilar, quien la describe fielmente en su obra “Informe Contra Idolorum Cultores”, que traducido al español quiere decir “Informe contra los idólatras”, haciendo referencia a los indígenas mayas que adoraban y rendían culto a sus dioses, dicha obra fue escrita en latín y castellano, dándola a conocer en Madrid, España, en el año de 1639.

El Dr. Pedro Sánchez de Aguilar nos narra sobre el alboroto y escándalo que vivió la villa de Valladolid. “Por los años de 1560 hizo su aparición un demonio o duende (caso estupendo e inaudito), que hablaba y tenía plática de conversación con quienes querían hablarle pero a las ocho o diez de la noche, cuando ya los candiles de las calles de aquella ciudad estuviesen apagados. 

Desde luego, este duende que hablaba era un alux y se supone que su presencia e inconformidad se debía a que su vieja morada había sido destruida y quemada, para construir sobre sus escombros casas señoriales de los conquistadores españoles llamados Juan López de Meza y Martín Ruíz de Arce.

Hablaba con voz chillona

Esta criatura hablaba con voz chillona y tocaba un bandolón con gran habilidad, así como hacía sonar castañuelas y se oía que bailaba alegremente sobre el techo de las casas aunque no se dejaba ver. 

Al principio, según el señor Sánchez, el duende no hacía daño alguno ni perjudicaba en estas dos casas donde habita o se aparecía, pero en otras sí, ya que les tiraba piedras y hacía ruido en las azoteas, asustando a los que por esos rumbos pasaban por las noches. Como sus actos cada día se van incrementando en agresividad, pues ya hasta tiraba huevos a cuanta mujer veía a esas horas, el alux fue acusado con el cura de la villa de Valladolid, Tomás de Lersundí, quien decidió conjurarlo para que cesara en sus ruidos y maldades, mediante su ritual católico. 

Sin embargo, éste no funcionó en absoluto y por el contrario esto se incrementó. Tuvieron que pasar 34 años para que este finalmente fuera controlado a través de rituales católicos y mayas.

Por cierto, en los próximos días estaré en Muna y aprovecharé para averiguar más datos sobre el alux “Tiago” y la casa en donde vivía, pues de ser cierta esta historia él estaría aún ahí, ya que recordemos que estos viven por siglos.

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