Migración

Recientemente hablamos del Día Mundial de la Alimentación, cuyo tema estaba relacionado con la migración.

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Recientemente hablamos del Día Mundial de la Alimentación, cuyo tema estaba relacionado con la migración; en aquella entrada del blog señalábamos que millones de personas se ven forzadas a abandonar su hogar para buscar mejores condiciones de vida. En Yucatán tenemos un tipo de migración en el interior del Estado al que se le llama pendular; es decir, va y viene a las zonas urbanas, y tenemos algunos de nuestros paisanos que migran al vecino país del norte.

Yucatán es receptor de personas que vienen de otros sitios de la República y aunque esto último ha causado mucha preocupación a los meridanos, hay que decir que todos somos producto de la migración; en mi caso, de una migración procedente, después del terremoto del año 85, de la Ciudad de México, y otros muchos más por otras causas. Coloco el tema a discusión, ya que es importante considerar que todas las personas tenemos derecho a movernos a los lugares donde nos sintamos más seguros, donde podamos encontrar mejores condiciones de empleo o simplemente para estudiar. La migración nunca debe ser vista como un problema social, aunque como comunidad no contribuimos a lograr que todas las personas que migran sean tratadas con respeto, seguridad y dignidad.

No olvidemos el rol de la mujer en la migración nacional y/o internacional, ya sea como miembros de la familia o como migrantes autónomos, ya que las políticas de migración y desarrollo a menudo ignoran las identidades y prácticas según el género de los migrantes. Cuando las mujeres son identificadas como grupo especial, generalmente no se tiene en cuenta su participación a nivel transnacional en el envío y la recepción de remesas, sino únicamente las que se quedan en casa esperando; por eso es importante que las políticas sean diseñadas de acuerdo con las oportunidades y restricciones específicas de los diferentes colectivos, así como con las esferas de acción transnacionales de los distintos grupos. Debemos recordar, que los migrantes no sólo contribuyen con remesas mientras están en el extranjero; también aportan nuevas habilidades y percepciones sobre la vida, independientemente de su regreso. Sus habilidades para ello dependen de un acceso equitativo a los servicios y la capacitación. Las agencias internacionales deberían abordar los asuntos específicos de género de los migrantes y asegurarse de hacer un seguimiento efectivo de las campañas y programas de conciencia de cuando las mujeres y los hombres regresan.

La migración moldea al mundo y nuestro entorno. Más que tenerle miedo, debemos mejorar las condiciones de los y las que se van y de los y las que vienen. No olvidemos que estamos envueltos en un sistema globalizador y que la interculturalidad debe normalizarse.

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