Familias yucatecas con estirpe de Francisco de Montejo

A casi cuatro siglos y medio, en la ciudad capital aún perviven familias descendientes de “El Mozo”, entre ellas los Peón, Ancona y Arruguinaga.

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Monumento a los Montejo en Merida. (Milenio Novedades)
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Jesús Mejía/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- Francisco de Montejo León “El Mozo”, quien culminó el proceso de conquista en la Península de Yucatán y fundó Mérida hace 472 años, tuvo descendencia por cuatro siglos y medio que hoy alcanza a las familias Peón, Ancona y Arrigunaga.

Una fotografía de familia tomada hace unos 15 años, que resguarda César Augusto Arrigunaga, descendiente directo del fundador de la ciudad, reúne en una hacienda a cerca de un centenar de consanguíneos directos e indirectos convocados para la ocasión provenientes de diversos estados del país y del extranjero.

El Cuadro Genealógico del Mayorazgo de la Casa de Montejo, con firma autoral del historiador Ignacio Rubio Mañé, y el proyecto “Familias Novohispanas” de la UNAM, precisan que la consanguinidad del conquistador, quien falleció en Mérida en 1565, alcanzó más allá de la décimaquinta generación de parientes, que hoy las ramificaciones y parentescos se pierden.

Entre los descendientes en línea directa, el historiador Melchor Campos García planteó que se encuentran los hermanos César y Marisa Arrigunaga, y el cronista Juan Francisco Peón Ancona.

Una de las figuras públicas de la que se dice es descendiente de Francisco de Montejo “El Mozo” es el exgobernador Patricio Patrón Laviada, quien aclaró no tener prueba genética o documento que confirme esta situación.

Explicó que su abuela Fausta Arrigunaga Peón fue dueña de la Casa Montejo, misma que fue adquirida por su bisabuelo, de ahí que lo hayan ligado como descendiente de “El Mozo”, de lo que, recalcó en entrevista, no hay nada que compruebe esa consanguinidad.    

El conquistador Montejo dejó huella como impulsor del trazo urbano de la ciudad capital

El conquistador Montejo dejó huella no sólo como impulsor del trazo urbano de la ciudad capital, sino que habitó en lo que hoy es la Casa Montejo frente a la Plaza Grande como consejero y gestor ante la Corona Española, se casó en tierras novohispanas y tuvo hijos, nietos, bisnietos y una consaguinidad que se prolongó por casi 450 años.

Francisco de Montejo “El Mozo” fue hijo ilegítimo de Francisco de Montejo Álvarez de Tejada “El Adelantado” –un título honorífico- (nacido en Salamanca en 1479 y muerto en la misma ciudad en 1553) y Ana León Alcocer, ya que la esposa legítima era Beatriz Álvarez Herrera, con quien procreó a Catalina de Montejo.

Del matrimonio celebrado en Mérida entre “El Mozo” y Teresa Andrea del Castillo Sanabria (sus padres fueron Beltrán Cetina Alcocer y Francisca Castillo Mayora) nacieron Francisca del Castillo y Beatriz de Montejo, quien a su vez casó con Francisco de Montejo “El Sobrino” Diego de Santillán, de quienes nacieron Beatriz y Mariana de Santillán.

Aún cuando se desconoce el paradero de los restos mortales de “El Mozo”, su estancia, labor y descendencia en Mérida está documentada por los historiadores yucatecos.

Las cartas para el rey

Por otro lado, el Archivo General de Indias del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de España dispone de copias facsímiles de cartas, oficios y otros documentos que formaron parte de la correspondencia entre Francisco de Montejo “El Adelantado” y “El Mozo”, lo que constituye un acervo valioso para conocer de las gestiones ante la Corona de los conquistadores.

El historiador Melchor José Campos García mostró algunos manuscritos que refieren solicitudes de “El Mozo” a los reyes de España de una regiduría y otras mercedes.

Explicó que al morir “El Adelantado” se desató una disputa por la herencia y los títulos nobiliarios, así como la encomienda de los indios, situación en que “El Mozo” quedó inhabilitado por ser hijo ilegítimo. No obstante, con apoyo de los franciscanos, logró el reconocimiento real.

En un escrito se refiere a “El Mozo” como “Capitán de todas las Provincias, el cual con harto trabajo y poca ayuda por su buena diligencia y buena industria los ha apaciguado y ha fundado una ciudad y tres villas”. 

El enigma que envuelve al fundador de Mérida

Mientras tanto, pese a ser de los protagonistas centrales de la historia de la Conquista de Yucatán, Francisco de Montejo “El Mozo”, quien vivió sus últimos años y murió en 1565 en Mérida, ciudad que fundó en 1542, se desconoce la ubicación precisa de sus restos mortales.

Los investigadores e historiadores Indalecio Cardeña Vázquez y Melchor José Campos García, así como el cronista de la ciudad, Juan Francisco Peón Ancona, coincidieron por separado en señalar que es un enigma el destino final del hijo ilegítimo de Francisco de Montejo “El Adelantado”.

Señalaron que al morir “El Mozo”, quien gozaba de gran influencia a mediados del siglo XVI y vivía en una casa de lujo, avanzada para su época, en lo que hoy es la Casa Montejo, su cuerpo fue trasladado al Gran Convento Franciscano, ya que la Catedral estaba en construcción.

Indican que en la Catedral de San Ildefonso no existen registros sobre los restos de “El Mozo”

Según el libro “La Casa de Montejo”, de Ignacio Rubio Mañé, “El Mozo” murió “con muchas deudas” en Mérida el 8 de febrero de 1565, a los 56 años.

Justo Sierra O’Reilly apuntó en el periódico El Fénix, de Campeche, en 1849: “Sus restos fueron depositados en la capilla de San Francisco, por no haberse concluido la Catedral, en donde se colocaron más adelante, aunque ya no parece el sitio”.

Al respecto, Rubio Mañé anotó que la cripta de la familia Montejo se encontraba en el monasterio de San Francisco, y que: “Parece difícil creer que de allí hayan sido extraídos los restos de Montejo ‘El Mozo’ para trasladarlos a la Catedral (yucateca)”.

El sacristán de la Catedral de San Ildefonso, José Guadalupe May, con 26 años de actividades de asistencia, dijo que no hay lápida, inscripción o registro de que en el sitio se encuentre enterrado “El Mozo”.

Mencionó que en el siglo XVIII fueron levantados y reunidos todos los despojos que había para depositarlos en un solo sitio; de confirmarse, los restos del fundador de Mérida podrían estar revueltos en una fosa común. 

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