Martha Chan/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Desde hace tres años, la vida de Rita Pérez Cruz dio un giro al iniciar un negocio familiar de fabricación de piñatas artesanales. Hoy en día es una distribuidora que surte a los quioscos del centro de Mérida.

Rita distribuye a la semana 200 piñatas en los quioscos del centro de Mérida, aunque en su hogar de la colonia San José Tecoh también vende algunas piezas.

-Mi marido sabía el oficio, y yo, observando como lo hacía, aprendí. Ahora dependemos de ello, es nuestro trabajo, nuestra fuente de ingresos –manifestó la microempresaria.

Agregó que toda su familia, mientras unos forman las bases, otros elaboran el engrudo, cortan y pegan los papeles, para que todo quede listo para la venta.

-Es un trabajo en conjunto; tenemos que dedicarle mucho tiempo, ya que de eso dependen nuestros ingresos -precisó.

Ahora, comenta, las piñatas no utilizan alambres, porque lastiman a la gente; se fabrican con moldes de dos piezas que se le coloca el papel periódico y se le da forma y dureza con engrudo, luego de que está listo se saca del molde y comienza a ser revestida para que tenga mayor consistencia, al final queda lista para ser disfrutada en alguna fiesta, y en estas fechas es cuando más se vende.

-Tenemos la confianza de que la venta de piñatas nos saque de los apuros económicos que atravesamos en el año, por eso las fabricamos con entusiasmo -detalló.

Informó que es temporada de posadas, Navidad y Año Nuevo es cuando más se venden este artículo, pero su comercialización ocurre todo el año; en estas fechas este producto tiene una representación distinta, sobre todo la de forma de estrella, pues los siete conos representan los pecados capitales.

Hace algunos años se rompía la piñata con los ojos vendados, porque representaba el esfuerzo de combatir al demonio. Al quebrarla, el contenido dejaba de representar las tentaciones y se convertía en premios a la virtud de las personas.