Toda la Iglesia por naturaleza es misionera

El organismo es consciente de la urgente necesidad de que todos los hombres conozcan la verdad, la única que hará libre al hombre.

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La Iglesia en este Domingo de manera especial quiere que recordemos y respondamos a la imperiosa necesidad de aquellos hombres y mujeres que aun no conocen a Cristo. (iebhoreb.org)
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Desde sus inicios la Iglesia fiel al mandato misionero de Jesucristo: “vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (28,16-20), ha respondido con el testimonio de una gran cantidad de hombres y mujeres que han consumido sus vidas en continuar la misión  y el deseo de Jesucristo: “que todos sean uno como Tu y Yo somos uno. (Juan 17,21) Y con Él y en Él, asumir la conciencia del mandato misionero de Cristo de “hacer discípulos a todos los pueblos” (Mt 28.19)

La Iglesia es consciente de lo imperante de este mandato misionero, de la urgente necesidad y exigencia de que todos los hombres conozcan la verdad, la única verdad que hará libre al hombre, la persona de Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. 

Para que así “las naciones caminarán en su luz” (Ap. 21.24) pues el objetivo de la Iglesia es iluminar con la luz del Evangelio a todos los pueblos en su caminar histórico hacia Dios.

Debemos sentir el ansia y la pasión por iluminar a todos los pueblos, con la luz de Cristo, para que todos se reúnan en la única familia humana bajo la paternidad amorosa de Dios. (Benedicto XVI)

En la actualidad, una época fuertemente caracterizada  por el avance y acceso inmediato a los medios de comunicación parecería contradictorio pensar que aun existan personas que no conocen a Jesucristo, es decir, que aun existan “tierras de misión”. En realidad, la naturaleza misionera de la Iglesia, la de todos los bautizados no se reduce a la “missio ad gentes”. Toda la Iglesia por naturaleza es misionera, ella es enviada hacia todos y cada uno de los hombres, misión orientada a ayudar al hombre a descubrirse hijo en el Hijo de Dios, Jesucristo Nuestro Señor.

La humanidad entera, tiene la vocación radical de regresar a su fuente, que es Dios, el único en quien encontrará su realización final mediante la restauración de todas las cosas en Cristo. La dispersión, la multiplicidad, el conflicto, la enemistad serán repacificadas y reconciliadas mediante la sangre de la cruz, y reconducidas a la unidad.

Es por este motivo que la Iglesia en este Domingo de manera especial quiere que recordemos y respondamos a la imperiosa necesidad de aquellos hombres y mujeres que aun no conocen a Cristo. En este contexto es importante recordar las palabras del Apóstol San Pablo “como conocerán a Jesucristo si no hay quien les predique”. Por ello la Iglesia no deja de invitar a todos aquellos que ha recibido el llamado de Dios a ser misioneros, a ser portadores del amor divino en aquellos lugares donde aun Jesucristo no es conocido, una invitación a responder con generosidad a la llamada de Dios, entregando a los demás el amor que han recibido de Dios: “haz crecer ese don que has recibido” (Carta de San Pablo a Timoteo 1.6).

El lema del DOMUND de este año es:

“Misioneros de la Misericordia”

“MISIONEROS... Son aquellos que en la Iglesia “en salida” saben adelantarse sin miedo y salir al encuentro de todos para mostrarles al Dios cercano, providente y santo. Con su vida de entrega al Señor, sirviendo a los hombres y anunciándoles la alegría del perdón, revelan el misterio del amor divino en plenitud. Por medio de ellos, la misericordia de Dios alcanza la mente y el corazón de cada persona.

DE LA MISERICORDIA ”La misericordia es la identidad de Dios, que se vuelca para ofrecernos la salvación. Es también la identidad de la Iglesia, hogar donde cada persona puede sentirse acogida, amada y alentada a vivir la vida buena del Evangelio. Y es, por ello, la identidad del misionero, que acompaña con amor y paciencia el crecimiento integral de las personas, compartiendo su día a día.

Al mismo tiempo la Iglesia consciente del llamado y envió misionero no se limita con el ir a las “tierras de misión”, ella nos recuerda que todos y cada uno de los bautizados somos y estamos llamados a ser ese reflejo, la presencia viva de Jesucristo en donde quiera que estemos, en la casa, en el trabajo, en la escuela, dar testimonios del amor de Jesucristo. Todos estamos llamados a ser testigos del amor divino que nos ha amado primero, llamados a encarnar en nuestras vidas las palabras de Jesucristo. 

La Iglesia de Yucatán a lo largo de su historia ha respondido a este llamado misionero con sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares que se encuentran en “tierras de misión”, dentro de este marco debemos mencionar al Obispo Mons. Alonso Manuel Escalante, yucateco fundador de los Misioneros de Guadalupe. Ellos son cerca de 200 trabajando actualmente en 10 países de América Latina, Asia y África.

También apreciamos y valoramos a las Religiosas Misioneras Hijas de la Madre Santísima de la Luz, que tienen desde hace años sus misiones en Angola y en una de ellas la ofrenda de la vida de la Hna. Amparo.  Siendo realistas aun faltan obreros pues la mies es mucha y los operarios pocos, roguemos al Señor que envíe operarios. 

No obstante, esta imperiosa necesidad de misioneros ad gentes no debemos olvidar la urgencia de ser misioneros en nuestros propios hogares, el dar a conocer a Cristo en nuestras familias, a nuestros amigos y toda la gente que nos rodea, por ello el Plan Diocesano de Pastoral se nos brinda como un medio ideal para hacer llegar la Palabra de Dios en nuestra comunidad, un medio a través del cual el Evangelio haga crecer las pequeñas comunidades, núcleos familiares fundados en la Palabra y en el amor de Dios. 
Queridos hermanos y hermanas, la pasión del misionero es el Evangelio. San Pablo podía afirmar: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Cor 9,16). 

Relación personal con Cristo

El Evangelio es fuente de alegría, de liberación y de salvación para todos los hombres. La Iglesia es consciente de este don, por lo tanto, no se cansa de proclamar sin cesar a todos «lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos» (1 Jn 1,1). La misión de los servidores de la Palabra -obispos, sacerdotes, religiosos y laico- es la de poner a todos, sin excepción, en una relación personal con Cristo. 

En el inmenso campo de la acción misionera de la Iglesia, todo bautizado está llamado a vivir lo mejor posible su compromiso, según su situación personal. Una respuesta generosa a esta vocación universal la pueden ofrecer los consagrados y las consagradas, a través de una intensa vida de oración y de unión con el Señor y con su sacrificio redentor. (Papa Francisco)

Todos los bautizados estamos inmersos en este deseo divino de que todos los hombres y mujeres conozcan y se sientan amados por Dios, por ellos debemos pedir constantemente que más hombres y mujeres respondan a la invitación divina  de “dejar todo” y seguir a Cristo en aquellos lugares donde aun Jesucristo no es conocido. 

Estamos llamados a colaborar espiritualmente con nuestras oraciones y sacrificios espirituales para que los misioneros derramen con alegría y fidelidad hasta la última gota de su sangre. Estamos llamados a ayudar materialmente para que estos misioneros se consagren de tiempo completo en la misión que han recibido, ser puentes entre Dios y los hombres. De esta manera la Iglesia responderá al llamado y envío misionero de Jesucristo: “vayan pues y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,16-20).

Con mi bendición en Cristo nuestro Señor y la Santísima Virgen María. Amén.

† Emilio Carlos BerlieBelaunzarán
 Arzobispo Emérito de Yucatán

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