Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hoy presento un interesante correo electrónico que me mandó el lector Román Aguilar Medina con relación al reportaje que publiqué recientemente de “Hanton”, el fantasma de un niño que vivió hace varios siglos en Inglaterra y que llegó a Mérida acompañando a un niño yucateco.

“Hola, es la primera vez que me atrevo a escribir a la sección ‘Enigmas’, pero con mucha frecuencia la he leído, ya que me atraen los temas paranormales; tengo 24 años de edad, mi papá es psicólogo infantil y el caso del niño ‘Hanton’ fue de mucho interés, tanto para mí como para mi padre, ya que me comentó que ha visto casos parecidos.

“Me dice mi papá que cuando un adulto ve un fantasma o tiene una experiencia extraña con relación a lo paranormal, pasan dos cosas: o le creemos o nos deja una cierta duda, dejando entrever que sea algo real, pero cuando lo escuchamos de un niño, a primera instancia tendemos a no creerle y suponer que son sus inventos.

“Muchos padres de familia le han comentado que de pronto sus hijos pequeños afirman ver, escuchar y hasta jugar con fantasmas, pero lo más común es que piensen que se trata simplemente de amigos imaginarios.

“Pero esto tiene una explicación, la pureza de los pequeños, su falta de prejuicios y su inocencia hacen que las capacidades extrasensoriales que poseen se manifiesten sin el velo de la censura de los adultos. En mayor o menor grado, todos tienen facultades paranormales y depende de sus padres el que las desarrollen o no.

Un universo distinto

“El mundo de los niños es un universo totalmente diferente al de los adultos, un sitio en el que pueden tener lugar los acontecimientos más dispares e increíbles y en el cual el surrealismo es moneda corriente. 

“Muchas historias que viven los pequeños en el interior de sus mentes son consideradas como producto de su imaginación, nada más que una serie de inventos muy originales y muy comunes en todos los menores.

“Sin embargo, existe una frontera entre lo normal de sus ensoñaciones y ciertas peculiaridades que nos pueden dar pie a pensar en otro caso: el que un pequeño tenga propiedades paranormales y que las exprese como lo más corriente del mundo, a través de sus juegos y sus ideas.

“Mi papá comenta que le ha tocado ver varios casos en donde los padres no le creen nada al niño, pero cuando lo comprueban con sus propios ojos casi se infartan, tal y como ocurrió con un pequeño que veía almas en pena en su casa ubicada en el centro de la ciudad de Mérida; con otro pequeño de Hunucmá que jugaba con aluxes; con una pequeñita de Progreso que hablaba con su difunto abuelo, y con un adulto que, cuando era niño, podía ver las almas en pena en su natal Motul.

Por ello, cuando le mostré su escrito sobre ‘Hanton’ no se sorprendió y, por el contrario, se mostró muy interesado en el mismo.

“Este tema sigue siendo tabú, sobre todo ante la ciencia, por ello él no puede de buenas a primeras sugerir a sus pacientes que sus hijos ven fantasmas o tienen algún don paranormal; todo depende de la apertura de la mente de cada adulto, pues me dice que en una ocasión le dijo a los papás de una pequeña que lo que ella veía sí eran almas en pena (conclusión a la que llegó luego de hacerle todos los estudios médicos y científicos correspondientes) y los progenitores al escucharlo, no sólo no lo creyeron, sino que se ofendieron y hasta querían demandar a mi papá”, finalizó.