José Erosa Peniche, pionero en restauración arquitectónica

Este sistema de trabajo permitió el hallazgo de innumerables elementos arquitectónicos.

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En el informe de las intervenciones realizadas por José Erosa Peniche en el edificio poniente del Cuadrángulo de las Monjas de Uxmal, en 1942, es cuando por primera vez establece el criterio de conservar los materiales derrumbados en el mismo lugar en donde fueron hallados. Este sistema de trabajo permitió el hallazgo de innumerables elementos arquitectónicos. Dice el informante que en vez de simplificar el trabajo lo hizo más complejo por la diversidad de piezas recuperadas.

Hay que señalar que, desde entonces, ha habido preocupación por mejorar las intervenciones en los monumentos recuperando de manera minuciosa los elementos arquitectónicos dispersos en los alrededores del edificio intervenido.

Con este criterio, se trabajó en el sector principal del sector poniente de las Monjas; en el derrumbe localizado al pie del inmueble se hallaron diversos elementos arquitectónicos, así como componentes de mascarones que por sus características se deduce que iban colocados en la cornisa de las entradas principales. Otros elementos recuperados cuentan con diseños de plumas, semejantes a los adornos de las puertas 3, 4 y 5, y por lo tanto se puede considerar que también adornaron las puertas 1 y 7. Dos parpados inferiores de un mascarón, por su forma, seguramente proceden de las puertas 1 y 7.

Un análisis integral de la fachada llama la atención, ya que en la sección superior de las puertas 1 y 7 no se prolonga la serpiente que recorre toda el frente del inmueble; por lo tanto, deduce Erosa Peniche que en la parte superior había elementos diferentes y que es más factible que sea un mascaron. Es necesario, por ende, juntar todas las piezas que pertenecen a los mascarones, que los integran entre 25 y 30 con características particulares.

Este criterio inicial para la restauración que aplicó José Erosa Peniche es parte de la experiencia acumulada después de realizar trabajos de esa índole en Chichén Itzá, alrededor de 1927, con Miguel Ángel Fernández.

Este principio ha sido la base para mejorar las labores de restauración hoy. El trazo de una retícula de control para hacer el registro del orden en el que cayeron los elementos arquitectónicos del edificio y una buena técnica de exploración permiten aplicar un determinado criterio de restauración de monumentos.     

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