Esperan que Maní se convierta en un destino turístico maya

Proyectos de rescate para este lugar que fue el último reducto del imperio, cuya conquista y evangelización marcó la historia de Yucatán.

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Gaspar Xiu Cachón, descendiente de los Tutul Xiu, presentará el libro “Maní, sepulcro de dioses y reyes” en el Festival Internacional de la Cultura Maya. (Milenio Novedades)
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Jesús Mejía/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- Con sus barrios, fuentes de agua y construcciones coloniales como el arco, templo y convento de San Gabriel Arcángel, Maní es mudo testigo desde hace más de seis siglos de asentamiento del último reducto del imperio maya, cuyo proceso de Conquista y evangelización marcó la historia de Yucatán.

Pese a su importancia y el patrimonio histórico que representa el sitio, Maní sigue esperando la realización de los proyectos de rescate y revitalización de las autoridades y de la iniciativa privada que hace un año ofrecieron recursos para convertirlo en un destino turístico y cultural. 

En Maní ya no quedan ni se ven edificios, templos ni pirámides precolombinos de los antiguos residentes, los tutul xiu, quienes llegaron de Uxmal, “donde dejaron inmortalizada su más grandiosa obra arquitectónica jamás igualada por ningún pueblo ni raza del continente mesoamericano”, dijo Gaspar Xiu, descendiente.

El convento franciscano fue construido bajo la dirección de Fray Juan de Mérida y Juan de Herrera en el siglo XVI (1548). Unos seis mil indios trabajaron día y noche durante siete u ocho meses sin paga alguna hasta concluirlo, según lo asientan en sus crónicas algunos historiadores de la época. 

Dicho templo edificado para la imagen de San Miguel Arcángel es el tercero de más antigüedad en la Península de Yucatán y quizá en América, después del de San Francisco de Campeche y el de Mérida.

Para consolidar la evangelización en los barrios fueron construidas sendas capillas de San José, Santiago, San Juan, San Isidro, Candelaria y Santa Lucía.

En el centro y corazón de Maní se encuentra el palacio municipal, sede del Ayuntamiento, mismo que fuera la del rey Tutul Xiu, uno de los halach uinic más poderosos de cuantos hubo en el mundo de la civilización maya.

Maní forma parte de las llanuras de las serranías del Puuc, distante a 10 kilómetros de Oxkutzcab y en su tiempo fue la sede y capital del último gran imperio maya donde reinó la casa real de los tutul xiu, que se desprendieron de Uxmal para venir a este lugar siglos antes de la conquista y dominación española. 

De acuerdo con el historiador Gaspar Antonio Xiu, Cabah Cheen fue el sitio y nombre original del pueblo conocido como Maní, lugar que en el año de 1441 escogieron los tutul xiu para fundar una nueva ciudad y capital de su antiguo reino, después de abandonar Uxmal, Chichén Itzá y Mayapán. 

Los hijos perdidos del mestizaje

Mientras tanto, en los habitantes de la Península de Yucatán existen, sin saberlo, descendientes del “Padre del mestizaje”, Gonzalo Guerrero, quien en 1511 naufragó, formó una familia en una comunidad maya y encabezó un ejército de guerreros nativos contra el asedio de los conquistadores españoles.

“No puede descartarse que la sangre de este náufrago español, que sobrevivió a mil aventuras, aún la porten en sus venas la descendencia de esos mayas de la Península, donde vivió y se adaptó a sus usos y costumbres ese hombre blanco pero de corazón maya”, dijo Gaspar Xiu Cachón.

El promotor de la cultura maya sostuvo que Gonzalo Guerrero es indiscutiblemente el padre del mestizaje entre los pueblos del Mayab.

El profesor de profesión, descendiente de la nobleza maya de los Xiu, adelantó parte del contenido de su próxima publicación, “Maní, sepulcro de dioses y reyes”, que presentará el próximo día 24 en el marco del Festival Internacional de la Cultura Maya.

Mencionó que tras el naufragio en 1511 de los españoles Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, sin medios para regresar a su patria, se resignaron a convivir con los nativos.

En 1517 incursionó por estos mares Francisco Hernández de Córdoba y un año después Juan de Grijalva, siguiéndoles Hernán Cortés en 1519, quien rescató a Jerónimo de Aguilar tras darlo por perdido.

“El que no quiso volver a tener contacto con sus paisanos ni con su patria fue Gonzalo Guerrero, quien había contraído matrimonio con la hija del gran cacique y tenía hijos, aparte de ser ya jefe o gran batab de los ejércitos mayas de su suegro”, escribió Xiu Cachón.

Fue en esa entrega total donde se fundieron religión, idioma, costumbres y genes de una nueva raza en el Mayab, como lo habían profetizado los sacerdotes llamados chilam en Maní, donde gobernaban los Tutul Xiu, apuntó. 

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