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Con bombo y platillos fue anunciada la llegada del nuevo “mesías” que salvará a México en los próximos 10 años. El nuevo modelo educativo y la propuesta curricular para la educación obligatoria; de origen nacieron sin el reconocimiento y con la baja participación de los maestros, además del escepticismo de especialistas en la materia, según lo reconoció el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) cuando difundió los datos de su Programa Interdisciplinario sobre Política y Prácticas Educativas (PIPE), donde sólo un 8.53 por ciento de las escuelas de educación básica participaron en la consulta.

Lo más extraño en este caso es que se lanza al cuarto para las doce de un sexenio criticado por sus fallidas reformas, además de fijar metas a muy largo plazo exponiéndolas a la alternancia del poder en Los Pinos. El gran contraste de esta reforma es su lejanía de la realidad social de la nación. Los retos dejan ver grandes dudas sobre su implementación, que fue aplazada hasta el ciclo escolar del próximo año y no éste como inicialmente se planteó.

Propone la enseñanza obligatoria del idioma inglés desde la educación preescolar, cuando no existe presupuesto para contratar maestros para ello, se habla de capacitar a los actuales para que enseñen inglés en las comunidades de alta pobreza donde apenas mezclan el español con su lengua materna. Se busca que las escuelas utilicen herramientas digitales para garantizar el acceso a la información cuando este año se canceló el presupuesto destinado a la inclusión digital. Se habla de otorgar autonomía curricular para que los niños en las escuelas de educación básica puedan decidir junto con sus papás contenidos autónomos durante 2.5 horas a la semana como: talleres de tecnología, robótica, educación financiera, artesanías locales, cultivo de hortalizas y de plantas medicinales. La realidad es que los padres son los menos interesados en la educación de sus hijos.

El reto más grande es, sin lugar a dudas, la capacitación de casi un millón y medio de maestros; presupuesto no hay, sin contar con la planeación y elaboración de los nuevos libros de texto y programas de estudio para el ciclo escolar 2018-2019. Soñar nos cuesta caro y, hasta el momento, el nuevo modelo educativo ha sido visto como un buen esfuerzo, pero insuficiente para superar el rezago educativo de nuestro país.

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