Tulum: el desafío de Víctor Mas

Arrebatando de las manos la alcaldía de Tulum al priista Marciano Dzul Caamal

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Arrebatando de las manos la alcaldía de Tulum al priista Marciano Dzul Caamal, quien mantuvo el control político de la zona por varios lustros, el joaquinista Víctor Mas Tah arrancó su gobierno municipal con tersura y empuje, pero al mismo tiempo con la difícil misión de imponer un nuevo estilo en la política de la demarcación lejos de los vicios de antaño y de potencializar el desarrollo de la zona, que ha crecido de forma natural por las bellezas del entorno natural y no gracias a las buenas artes administrativas de quienes la han gobernado.

 

Obligado por las circunstancias, Mas Tah, político con experiencia que se la jugó con Carlos Joaquín desde el principio, tendrá que demostrar a los electores que el “cambio” que llegó a Tulum con dos años de retraso traerá beneficios directos al municipio y a sus habitantes, pues de lo contrario sería más de lo mismo y ya se ha visto que no hay peor cosa para un político que un votante desencantado.

 

Pero además tiene que estar consciente de que su administración también conlleva una importante responsabilidad política, al ser hoy por hoy el principal bastión del “joaquinismo” a nivel de municipios tras la derrota de Cristina Torres Gómez en Playa del Carmen.

 

El alcalde no puede darse el lujo de la mediocridad, mucho menos de fracasar ante un panorama tan plural como el que se vive en la actualidad con un PRI esperando la mínima oportunidad para recuperar lo perdido y un Morena que se empodera más cada día, sobre todo después de recibir el amplio respaldo del propio Carlos Joaquín.

 

Muestra de ello fue la integración del ex tesorero estatal Edgardo Díaz Aguilar como encargado de las finanzas municipales, pues se trata de un funcionario eficiente que entregó excelentes cuentas en sus dos años de trabajo y que nunca se vio involucrado en escándalos.

 

Además de ser también un joaquinista consumado y uno de los pocos funcionarios actuales que no han dado dolores de cabeza, Edgardo Díaz puede presumir que en su gestión como tesorero del estado la disciplina que impuso en el gasto le permitió cubrir cientos de millones en deudas a proveedores, aseguradoras, empresas financieras y de crédito, hipotecarias, etcétera, que fueron heredadas por el gobierno de Roberto Borge Angulo y que afectaban directamente a empresarios locales y a burócratas estatales.

 

Su cabeza jamás estuvo en juego, por lo que el movimiento ajedrecístico de colocarlo en la tesorería de Tulum tiene un tinte estratégico a mediano plazo, que por supuesto abona a favor de los intereses del grupo político del gobernador.

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