|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Suicidios cada minuto, insatisfacción, infelicidad, abusos, vicios, violaciones, depresión, delincuencia, violencia, corrupción, materialismo, consumismo, enajenación… sobran los motivos para preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo mal?

Pero no basta con saber en qué hemos fallado para darle a nuestros niños un mundo donde no se respira seguridad, ni tranquilidad, ni amor, ni paz.

Urge preguntarnos qué podemos hacer bien, qué le debemos a nuestros pequeños para que con la colaboración de todos puedan tener un mejor entorno en el cual desarrollarse a su máximo potencial.

Estoy segura de que cada uno, desde donde estamos, tenemos el poder de sembrar las semillas adecuadas para un futuro más positivo. Desde casa, como padres, respetando los tiempos de nuestros hijos, dándonos a ellos en cantidad y en calidad, siendo ejemplo de solidaridad para darnos a quienes no tienen las mismas oportunidades o facilidades que nosotros, acompañándolos en libertad hasta que estén listos para emprender su propio vuelo.

Desde las escuelas, dando a los alumnos los tiempos que necesitan para experimentar y aprender, dándoles su lugar como seres individuales, permitiéndoles expresar la naturaleza de su ser. Desde donde nos encontremos, podemos sembrar las semillas de amor, respeto, tolerancia, paciencia, valor por el trabajo, lealtad, honradez, a través de nuestros propios actos, semillas que tarde o temprano podrán florecer y convertir su entorno en uno más colorido, más amable, más hermoso; uno donde valga la pena vivir. Que cada bala disparada sea callada por un acorde de guitarra, que cada lágrima derramada sea enjugada por una mano amorosa, que cada alma desolada sea acompañada, consolada, que cada niño sea la promesa de un maravilloso porvenir. No es suficiente decir, ¡urge hacer! Defender aquello en lo que creemos y trabajar para llegar a más conciencias que puedan sumarse a nuestro esfuerzo titánico. Es verdad que ir contracorriente cansa, frustra, desgasta, pero es que vale la pena, ¡nuestros niños valen la pena!

Tengo esperanza, tengo fe, tengo mi música y mis letras desde donde entrego todo mi ser para dar un respiro de aire fresco a quien me escuche y me sienta, ¿qué tienes tú para dar?

Lo más leído

skeleton





skeleton