Se pierde en la bruma de los tiempos el deseo del género humano de vivir lo más cerca posible de la felicidad, la cual tiene tantas caras como actitudes que nos inclinan hacia ese “estado perfecto” de hombres y mujeres.

La humanidad ha tenido que agruparse, primero en parejas, luego en clanes, después en pueblos hasta incidir en el gran conglomerado internacional que nos es conocido, con la diversidad de lenguas, culturas y pensamientos.

Asimismo, en cada una de esas etapas hemos tenido que elegir al líder o al grupo que ha de dirigir el destino de quienes han de ceder el poder para ser ejercido éste por las y los más idóneos. Huelga decir que algunas transiciones conllevan a la violencia y en muchos casos a la muerte de los protagonistas.

Hemos avanzado mucho, nos hemos dado leyes para normar esos cambios y castigar a quien o quienes pasen por encima de la voluntad de las mayorías.

Estos tiempos electorales que vive nuestro país están regidos por nuestra Carta Magna y las leyes particulares que nos hemos dado, de acuerdo también con ordenamientos internacionales como la Carta Internacional de Derechos Humanos que comprende la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y sus dos protocolos facultativos.

Yucatán ha dado muestras de cumplimiento de sus deberes civiles y políticos no sólo con análisis profundo de quién o quiénes serán sus nuevos dirigentes, sino que incluso los aspirantes a puestos de elección popular, en Mérida, han estado frente a frente para debatir sus ideas y dar a conocer sus propuestas de gobierno con respeto hacia sus adversarios.

Espero que este 7 de junio todas y todos acudamos a depositar nuestro voto razonado, ayunos de cualquier barrunto de violencia como la que lamentablemente se ha dado ya en algún punto del país.