Retomaron un negocio familiar y lo han vuelto un éxito

El matrimonio formado por Iván Ramírez Hu y Coral Cruz Balderas 'revivió' la fabricación de condimentos caseros.

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Iván Ramírez Hu se encuentra en la Semana de Yucatán en México dando a conocer los productos de su empresa 'Coralito de la Península'. (Milenio Novedades)
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Milenio Novedades
MÉXICO, D.F.- Iván no imaginó lo difícil que sería levantar una empresa pequeña cuando inició la aventura hace 13 años, decidido a retomar las riendas del negocio familiar y “no dejarlo morir” en un momento difícil.

En el año 2002, Iván Ramírez Hu y su esposa Coral Cruz Balderas decidieron dedicarse de lleno a la elaboración de condimentos caseros típicos de la cocina yucateca, actividad que los padres de ella mantuvieron como un modo de subsistencia en el poblado de Kanasín por más de dos décadas.

La consigna era “conservar la esencia familiar, pequeña y casera” que sus precursores le dieron a la naciente industria. Así, emprendieron juntos el que ha resultado un arduo pero satisfactorio proyecto: hacer crecer la compañía “Coralito de la Península”.

Durante estos días, en el local que atienden durante la Semana de Yucatán en México 2015, la pareja ofrece a los visitantes la experiencia de paladear los picantes, semillas y especias que son “el alma” de platillos, como el escabeche oriental, la cochinita pibil y el relleno negro.

Con una gama de 11 diferentes sazonadores, siendo los estelares el achiote, el chilmole y el recado para bistec, la pareja de empresarios ha logrado llevar el sabor de Yucatán a mesas de diferentes regiones de México e, incluso, del extranjero.

Actualmente la empresa procesa diariamente alrededor unos dos mil kilos para abastecer al mercado nacional

Hoy, Iván puede afirmar “con toda la confianza del mundo, que tenemos un producto estandarizado, de muy buena calidad y de muy buenas prácticas, porque lo hemos logrado”. Pero no siempre fue así.

“No sabes cuántas lágrimas derramamos”, exclamó el hombre de negocios, anticipando una anécdota que define como “chusca” pero real.

“Cuando empezamos, sacamos una pequeña producción y nos dijimos: ‘Bueno, ¿dónde vamos a vender?’ Agarro mi vehículo y nos vamos a Ciudad del Carmen, llego con mi coche lleno de producto y ¡logro venderlo todo!

”Regresé muy contento y muy feliz. Dije: ‘ya vendí’. El siguiente mes me dije: ‘¡voy a hacer lo mismo, lo voy a volver a hacer!’ Voy y que regreso con pura devolución del mes anterior. A la gente no le había gustado

”Fue algo de lágrimas. Llego con mi esposa y le digo: ‘No sólo no vendí, me lo regresaron’. Era la prueba y error de que todavía no le sabíamos, no le buscábamos. A veces cuando lo platicamos se nos salen las lágrimas”, relató con la mirada cristalina y la sonrisa dilatada.

A partir de entonces Iván cobró coraje y concilió la experiencia como un aprendizaje que lo llevó a la siguiente reflexión: “Si pude venderlo, también puedo lograr hacer un buen producto”.

Iván y Coral se acercaron a la Secretaría de Fomento Económico (Sefoe) en 2003 para pedir su primer empréstito empresarial por 64 mil pesos, que en su momento emplearon para hacerse de maquinaria y equipo.

Actualmente, la firma exporta a California dos mil kilos de producto de forma bimestral, en apego a las normas de la FDA (Food and DrugsAdministration).

También, procesa diariamente alrededor unos dos mil kilos para abastecer al mercado nacional que comprende Cuernavaca, Sonora y el Distrito Federal, además de los diferentes puntos de distribución que tiene en Yucatán.

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