Honrar a los difuntos es tomar lo mejor de ellos

El Pbro. Miguel Medina Oramas dijo que no debemos tener miedo a morir, pues “es comenzar un nuevo camino en los brazos amorosos de Dios”.

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Maryliz Escalante, el Pbro. Miguel Medina Oramas y Alis García Gamboa, en un momento del programa. (José Acosta/Milenio Novedades)
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William Sierra/Milenio Novedades
MÉRIDA.- Hay que vivir una vida de santidad siguiendo los ejemplos que nos han dado los santos para poder alcanzar la vida eterna en la Casa del Padre, expresó el Pbro. Miguel Medina Oramas en el programa radiofónico Salvemos una Vida, que se transmite por Amor 100.1 de Grupo Sipse, todos los viernes de 11:00 a 12:00 horas.

Al comenzar el programa, Alis García, quien estuvo en la conducción con Maryliz Escalante, destacó la importancia de conmemorar y recordar a quienes se nos adelantaron, y poner en práctica las enseñanzas que nos dejaron.

Al respecto, el padre Medina Oramas dijo que todos podemos alcanzar la santidad, y eso es precisamente lo que la iglesia, a través del Papa Francisco, nos ha estado invitando a vivir.
“Un santo es feliz, tiene una cualidad importante pues sabe que está cerca de Dios siguiendo sus enseñanzas. Es estar cerca de un enorme foco de luz”, apuntó.

“Cuando se vive en claridad se puede descubrir la belleza de todo lo que nos rodea”

En ese sentido, dijo que cuando se vive en claridad se puede descubrir la belleza de todo lo que nos rodea; en cambio, al estar en la oscuridad no sabemos hacia dónde vamos. Cuando uno vive lejos de esa luz que es Dios, puede tomar caminos equivocados, pues vivimos una vida de frustración, dolor, angustia, conflictos”, señaló.

“Los santos son los amigos de Dios, cada uno aporta una singularidad, un camino para ser feliz”, dijo el padre Oramas y agregó que la depresión es la ausencia de Dios en el alma de una persona y por eso hay que vivir armonizados interiormente.

“Cuando hablamos de armonía nos referimos a instrumentos diferentes que cuando coinciden siguiendo una misma letra y una pauta, se vuelven algo hermoso. De esta misma manera, dijo, los santos nos enseñan con sus características especiales o carísimas”, dijo el presbítero.

Por ejemplo, acotó, no es lo mismo Santa Teresa de Jesús que Santa Teresita del Niño Jesús, ambas del mismo nombre, pero muy diferentes, cada una aporta su singularidad en el amor de Dios. También tenemos a San Francisco de Asís y San Francisco de Sales, y últimamente a San Juan Pablo II y San Pablo VI , y el obispo Arnulfo Romero.

El sacerdote indicó que muchos santos han sabido afrontar su medio y situaciones, incluso van en contra, pero que con esa misión de Dios hacen algo maravilloso.

“Esto es precisamente lo que deberíamos aprender de los santos. Muchas veces vivimos quejándonos de la vida; los santos no se quejaron, asumieron y aceptaron lo que tenían para hacer cosas maravillosas”, señaló y precisó que podrán ser de carismas muy diferentes pero en algo coinciden: su amor hacia Dios y querer servirlo.

“Cada uno de ellos se desvivió por dar lo mejor de sí a Dios y compartir lo mejor de sí con los demás, surgiendo de su felicidad”, señaló y también refirió que “cuando una persona fallece debemos pedir siempre por ella porque por alguna razón Dios nos puso de su lado”.

Al abundar, dijo que lo primero es orar, luego aprender, pues cada uno de nosotros es un libro de experiencias positivas y negativas. “Cuando perdemos a alguien debemos preguntarnos qué nos dejó, y no estamos hablando de lo económico, sino de enseñanzas”.

”Los santos son los amigos de Dios, cada uno aporta un camino para ser feliz”

El padre Medina dijo que no debemos tener miedo a morir, pues “es comenzar un nuevo camino en los brazos amorosos de Dios”.

Dijo que le ha tocado caminar con enfermos de cáncer que viven los últimos minutos de su vida tranquilos sabiendo que van a encontrarse con Dios.

En el día de los fieles difuntos, dijo que la mejor manera de honrarlos es recordarlos con fe sabiendo que escribieron líneas en nuestro corazón.

“Recordarlos es ver todo lo que Dios nos quiso dar a través de esta persona, que puede ser un hermano o un amigo a quien se armó. “Aprender a honrar a un difunto es tomar lo mejor de él, que su ausencia me haga ser mejor. En mi caso, me dije: papá, mamá, mi mejor manera de honrarlos es siendo un mejor sacerdote”.

El Pbro. Miguel Medina recordó que Jesús se sometió a la muerte para enseñarnos cuál es el camino.

“Él nos dice: yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre si no es por mí. Él preguntó a Marta: ¿tú crees que a tu hermano Lázaro lo voy a poder resucitar?, y ella respondió que sí. Entonces Jesús manifestó: Yo soy la resurrección, el que cree en mí no morirá para siempre”, indicó el padre Miguel.

“Jesús nos trajo ese caminar de vida nueva, y cuando vemos morir a alguien debemos tener esa confianza de que lo llamó Dios. Es un regreso a casa. Cuando las personas han conocido y vivido con el Señor, incluso a aquellas que no pudieron conocerlo pero vivieron haciendo el bien, el Señor les abre esa puerta”, abundó. En cuanto a los que no se portaron bien, dijo que debemos orar mucho por ellos, pues “el poder de nuestra oración ante Dios puede liberar a un alma en el purgatorio”.

El sacerdote manifestó que en Yucatán se recuerda a los difuntos de una manera muy bonita, con altares y convivencia familiar, pero también se debe hacer con la comunión.

“Del primero al ocho de este mes, la Iglesia nos ofrece la oportunidad de lograr la indulgencia plenaria de alguna persona en el purgatorio. Esto se logra cuando uno se confiesa y comulga con esa intención, acude a un cementerio a orar donde está esa persona o sus cenizas. Cuando pides con amor por tu hermano, ten presente que estás ayudándolo a llegar a la Casa del Padre”, indicó.

Por otra parte, el sacerdote Miguel Medina invitó al evento “Cristo me hace nuevo”, los próximos días 9 y 10 de noviembre, en el salón de fiestas de la CTM, donde tendrán como invitados los predicadores Justo Martínez y Gema Anaya. Los interesados pueden llamar al teléfono 929-38-99.

Para asistir se pide una donación de 100 pesos a los adultos y 50 a los jóvenes, y todo lo que se recaude servirá para los trabajos que se realizan en la parroquia Santa Luisa de Marillac.

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