Cuando el sufrimiento se convierte en amor

“El Señor conoce el corazón de cada uno, sabe que necesitamos comprensión, misericordia, perdón y paz”, señaló el Pbro. Miguel Medina Oramas.

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Mary Liz Escalante, Juan Martínez, el padre Miguel Medina Oramas, Gema Anaya y Alis García. (Foto: José Acosta/Milenio Novedades)
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MÉRIDA, Yuc.- Previo al inicio de Semana Santa, Alis García y Mary Liz Escalante tuvieron como invitados en el programa “Salvemos una vida” al padre Miguel Medina Oramas y a los predicadores y cantantes Gema Anaya y Juan Martínez.

“Parte de nuestro crecimiento como hijos de Dios es aprender a sobrellevar nuestro dolor, a ofrecerlo y a hacer que se convierta en algo positivo a través del amor. Por ejemplo, en el seminario, las veces que pensé en dejarlo porque me sentía lastimado, me parecía injusto el proceder de mis superiores y no le encontraba sentido a lo que estaba haciendo, escuché la voz que me decía: ayúdame a cargar mi cruz”, expresó el presbítero.

“El dolor nos hace saber que estamos más cerca de Dios que nunca. Nuestra pauta en medio del dolor es Jesús. A Él no lo clavaron en la Cruz, no estaba forcejeando ni pateando a los soldados, sino es aquel que se entrega en medio del dolor extremo, por amor. Ese amor lo hace resucitar. Así, cuando la vida nos propone pasar momentos de dolor, son también momentos de decir, estoy preparándome para una resurrección, para algo más grande, Dios está templando mi alma y ofreciéndome esto que yo tengo que convertir en amor”, mencionó el sacerdote.

Dijo que en esos momentos de dolor, es cuando Jesús invita a cargar su cruz por un momento. “Dios sabe que podemos y no lo vamos a dejar mal. Es cuando lo aceptamos con amor. Entonces el dolor deja de ser tan fuerte y va teniendo una nota diferente. Es ahí donde tengo que ser fuerte y saber que es mi prueba de fuego y tengo que salir adelante. Cuando Dios está contigo, te abraza y te saca del llanto, sientes que no estás solo. Cuando hay fe todo es posible, y el dolor se transforma en un gesto amoroso para salir adelante en la vida”.

“Es necesario vaciar el corazón ante Dios, sobre todo en Cuaresma y Semana Santa”

Alis García dijo que el dolor, cuando se ofrece a Dios por algo o por alguien, es algo menor.

El padre Medina Oramas compartió que hace unos años cuando viajaba con una peregrinación hacia la Ciudad de México, el camión frenó intempestivamente para evitar una colisión y el sacerdote se golpeó y se cortó en el codo. Cuando le llevaron al médico, éste le dijo que la herida había cerrado, pero debía asegurarse de ello y tenía que reabrirla y suturarla. El sacerdote dijo que ese dolor lo ofreció por un joven enfermo que acompañaba la peregrinación a la Basílica. “No sentí dolor alguno, solo sentía cómo la aguja entraba en mi piel, pero no sentí el dolor que normalmente se siente en estas curaciones”, expresó.

Por su parte, Gema Anaya dijo que una canción de las que ha marcado su vida se llama Quiero que tú seas mi Señor. “Esa canción marcó mi corazón, lo tatuó de amor porque yo decía: ¿cómo Dios se va a fijar en mí? ¿Cómo sabe y pronuncia mi nombre en medio de una sonrisa? Me lo imaginaba como una chiquilla y decía: entonces, sí me mira, sí sonríe, sí me llama y me ama. Entonces te digo a ti que lees esto, que piensas que no tiene sentido tu vida, que nadie te quiere, escucha y comprende, eso es mentira porque Dios sí lo hace”, expresó la cantante católica.

Agregó que en su vida fue necesario que pasara por episodios de dolor para que pudiera “dar fruto” y entender desde esa perspectiva a más personas.

“Ayudan los sacramentos porque está Jesús vivo ahí. El Rosario es la mejor arma que tenemos, pero cuando tú la sabes escuchar, por lo que viviste y porque sabes que Dios te rescató, puedes entender a las personas aun en su silencio y en su mirada. El Señor permite todo esto porque él conoce el corazón de cada uno, sabe que necesitamos de amor, compresión, misericordia, perdón y paz. Dios permite el sufrimiento porque nos ama”, mencionó.

El padre Medina Oramas dijo que no se puede servir solo de palabras aprendidas, sino a través de las experiencias de dolor. “Cuando Gema se casa, tiene sus primeros tres hijos, cuando está esperando a su cuarto hijo, pierde a su esposo. Entonces entra en esa línea de dolor, pero hoy tenemos a una misionera que viene a alegrarnos, a cantarnos y animarnos en la fe. Fue doloroso, pero Dios la preparó para una vida mucho mejor”.

Gema Anaya agregó que al principio se sentía en “shock” y una persona de la iglesia le dijo que veía en ella mucho rencor hacia Dios. “El abrirle mi corazón a Dios porque estaba dolida contra él, fue muy difícil. Le decía, cómo es posible que me pagues así, yo siempre he sido buena y responsable. Es cuando entro en ese dilema, me preguntaba cómo Dios permitió todo eso. Esta persona me dijo que le dijera lo que sentía al Santísimo. Fue ahí donde saqué todo lo que tenía en mi corazón y hubo algo muy hermoso, Dios me regresó la paz y la alegría”.

“Parte de nuestro crecimiento como hijos de Dios es aprender a sobrellevar el dolor”

Alis García dijo que aunque no se esté pasando por una tragedia, siempre es necesario vaciar el corazón ante Dios, sobre todo en Cuaresma y Semana Santa.

Mary Liz Escalante apuntó que es normal pasar por el enojo cuando se viven experiencias dolorosas, lo malo sería no superarlas.

“Muchas veces pensamos que porque somos buenas personas y ayudamos a la gente estamos abonándole a Dios y ya no nos va a pasar nada. En la lista de Dios eso no existe. En algún momento nos va a tocar sufrir por la enfermedad o pérdida de un ser querido. Así que si vamos ayudar, vamos a hacerlo de buena fe y con mucho gusto, pero no pensemos que por eso estaremos exentos del dolor. Yo le puedo abonar, pero cuando Él lo permita, el dolor llegará a nuestra vida y en esos momentos podemos pedir su ayuda”, expuso.

Por último, el padre Miguel Medina dijo que muchas veces “por nuestro egoísmo, queremos quedarnos con los regalos que Dios nos da, a mí me pasó con mi mamá, la perdí en un período muy breve y me cuestionaba por qué, pero Dios me dejó una nota: mi mamá murió el día de su cumpleaños, y como a los tres años Él me dio esa luz y comprendí que le dio un regalo muy grande: el cielo. Nosotros no vemos eso, queremos a la persona junto a nosotros y no dejamos que Dios le dé ese regalo. Perder un ser querido es darles un regalo: el cielo”, concluyó.

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