Llegó en taxi a su propio velorio

Un hombre insistió al taxista que lo llevara a una funeraria que estaba a pocas cuadras de ahí, pese a que podía ir caminando.

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Cuando el taxista preguntó en la funeraria quién había muerto, le dieron las señas físicas de la misma persona que momentos antes se había subido a su unidad. La imagen se utiliza con fines estrictamente referenciales. (Archivo/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Previamente publicamos la experiencia paranormal que vivió el taxista Martín Cruz, oriundo de Mérida; en esta ocasión daremos a conocer lo que le ocurrió a su padre, quien por más de tres décadas tuvo el mismo oficio en la Ciudad Blanca.

Su progenitor se llama Eladio Acosta y es considerado de “la vieja guardia”, ya que estuvo trabajando más de tres décadas como taxista; hace aproximadamente diez años se retiró por cuestiones de su edad y su salud.

Martín comenta que su padre le platicó hace un tiempo que él estuvo una temporada de base en el sitio en donde está actualmente el Centro Cultural Olimpo, frente a la plaza principal.

“Estamos hablando de los años ochentas, cuando no se había construido el actual Olimpo y toda esa parte era un explanada; en ese entonces, a mi papá le tocaba quedarse por la noche, aunque en esa época la vida nocturna no era como ahora que prácticamente las 24 horas hay movimiento.

“Una noche, eran más o menos las 9 y se le acercó a mi papá un señor para pedirle que lo llevara a una funeraria que estaba cerca de ahí. El siempre ha sido honesto y le dijo al don que estaba a menos de cuatro cuadras y que le convenía más ir caminando, pues recordemos que en ese entonces no existía el taxímetro.

Sin respuesta

“Pero el señor insistió, a lo que mi papá cumplió con la orden; además, ese pasajero se veía como de unos 40 años cuando mucho y fuerte, es decir, podía caminar bien; el caso es que se enfilaron hacia la funeraria y él como es muy platicador le preguntó que si iba por la muerte de algún pariente pero el señor no contestó.

“Casi de inmediato mi papá entendió que quizás fue imprudente en hacer ese comentario y se siguió de largo; al cabo de unos diez minutos cuando mucho llegaron al sitio y en lo que se estaciona mi papá le dijo cuánto sería, pero no escuchó respuesta, y al ver por el retrovisor ya no había nadie; voltea a ver y tampoco.

“Casi por instinto se bajó para ver a donde se había ido el pasajero, pero se dio cuenta de que no se había bajado, pues las puertas sonaban al abrirse y no había nadie cerca, aún así dio la vuelta del otro lado para ver si no se había agachado para guardarse, pero nada.

“En eso se da cuenta que en efecto había un velorio en ese momento y mi papá más por lo extraño del suceso que por el dinero que no le había pagado el pasajero decide cruzar y preguntar quién había muerto; entonces, le dijeron que un señor y al pedir que se lo describieran, era prácticamente la misma persona, pues eran del mismo sexo, de la misma edad y con los mismos rasgos característicos: bigote, cabello relamido de color negro y otros detalles.

Fuerza invisible

“Cabe aclarar que mi papá siempre ha sido muy fisgón, pero de los fisgones amables, porque yo en su lugar nunca me hubiera atrevido a cruzar la calle y preguntar en la funeraria, pero él me dice que lo hizo porque en ese momento sintió como una fuerza invisible que lo impulsó a hacerlo. Recuerda que sólo se persignó en ese momento y aunque antes era escéptico de estos temas, él está seguro que subió a su taxi al difunto que estaban velando en esa funeraria”, finalizó.

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