Misión en Chicxulub adelanta eras geológicas y va por más...

Los científicos hallan antes de lo esperado núcleos de roca que aclararían cómo volvió a haber vida después de la extinción masiva.

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La plataforma de perforación Myrtle, mide 2 mil metros cuadrados y cuenta en su cubierta con espacios para laboratorios, dormitorios, baños, lavandería, comedor y zona de perforación. (Foto: Amílcar Rodríguez/Milenio Novedades)
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Cecilia Ricárdez/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.-La Misión 364 que explora el cráter de Chicxulub ha superado expectativas. Los científicos revelaron ayer que hallaron 30 metros antes de lo esperado uno de los grandes objetivos: la zona de impacto, donde  encontraron núcleos de roca que esperaban localizar hasta los 750 metros de profundidad.

Con los datos que obtengan de las muestras extraídas y dependiendo de sus características se podría revelar información genética sobre microorganismos posteriores al impacto y que podrían dar luz sobre la recuperación de la vida después del choque del meteorito, que se cree causó  la extinción de los dinosaurios.

En este momento la misión científica se encuentra a “mitad del camino”, ya que la finalidad es penetrar hasta mil 500 metros bajo el lecho marino para desarrollar los estudios que puedan responder a las tres interrogantes centrales de la expedición: Cómo se recuperaron la vida y el océano, cómo se formó el anillo de picos y saber si hay vida microbiana.

Chicxulub tiene el cráter de impacto de mayores dimensiones y mejor preservado en la Tierra, con alrededor de 200 km de diámetro, y conserva el anillo de picos formado por elevaciones semicirculares que semejan una cadena de montañas y que están por encima del fondo del cráter.

En entrevista con los científicos a bordo de la plataforma de investigación, en un recorrido organizado para los medios de comunicación, los expertos, encabezados por el doctor Jaime Villaurrutia Fucugauchi, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y uno de los líderes de la misión, dijeron que hasta ayer habían extraído 94 núcleos (recuperados en tubos de tres metros), los cuales aproximan a los tipos de material de las eras geológicas de 66 millones de años a nuestros días.

El objetivo principal de la expedición 364 del International Ocean Discovery Program (IODP) es perforar el anillo de picos para entender cómo los impactos de altas velocidades cambian temporalmente las características de las rocas, de tal forma que les permite fluir a través de grandes distancias y dar origen a este tipo de rasgos topográficos.

También se investiga la hipótesis de que los impactos pueden favorecer a ciertas formas de vida, con la idea de que éstos soportaron a la biosfera en los inicios de formación de la Tierra y saber cómo la vida en los océanos se recuperó después del impacto del meteorito y qué cambios ocurrieron a través del Cenozoico (división de en la escala temporal geológica que se extiende desde hace unos 65 millones de años hasta hace unos dos millones de años).

“En las rocas, inferimos que tenemos evidencias de algo nuevo, pero debemos tener paciencia hasta que se tengan todos los resultados, y se pueda definir qué es lo nuevo. Después de la misión seguramente quedarán más interrogantes, eso pasa en la ciencia. Inicialmente, la misión 364 incluía tres pozos (de perforación) y por cuestiones presupuestales sólo se eligió uno, lo que estamos encontrando es un tanto inesperado”, explicó la doctora Ligia Pérez Cruz, del Instituto de Geofísica de la UNAM y parte del equipo científico mexicano.

Más que cambiar la historia

Detalló que con la información que se obtenga, más que cambiar la historia se complementará. Hasta ahora los materiales obtenidos pueden explicar la dirección del bólido y la orientación del trayecto.

“Estamos encontrando brechas a una profundidad más somera, pero hay evidencias que se van a estudiar y aquí en los laboratorios no contamos con todos los equipos para hacer análisis mayores, como estudios de ADN. Cuando se obtengan los resultados se darán a conocer en artículos científicos de alto impacto”, precisó.

Dijo que en caso de que la roca no haya preservado ADN, lo que sí se preserva son los lípidos, y a través de ellos se pueden determinar qué condiciones ambientales había en ese momento.

La científica abundó que en materia de recuperación de núcleos llegaron a los depósitos producidos por el tsunami provocado por el impacto del meteorito, ahora que tocaron la superficie  del anillo de picos. Después entrarán a esta zona en la que espera un material más homogéneo, fundido.

Con esto se podría entender cómo afectó el choque del asteroide la materia orgánica de la parte marina y cómo estuvo involucrada la parte terrestre.

Explicó que esperan que en las muestras lo primero que encuentren sea el ADN de los helechos (una de las plantas que se recuperaron del impacto) y hongos, en la parte más profunda buscarán vida microbiana.

Hasta ahora todas las muestras están resguardadas en cuartos fríos con cuatro grados centígrados para conservar las condiciones para su estudio posterior en laboratorios de Alemania, donde los 33 científicos de los 11 países que conforman la misión darán seguimiento a los estudios realizados en la perforación en Yucatán.

En el recorrido para medios de comunicación, colaboraron en las exposiciones de avances Sean Guilick, Joana Morgan, Aarón Rae, Jaime Urrutia y Ligia Pérez. 

Suben a la red su “bitácora” de la expedición

Científicos de la Misión 364 que exploran las “entrañas” del cráter de Chicxulub comparten su experiencia con textos y fotografías propias a través de redes sociales y el blog de los integrantes del Consorcio Europeo de Perforación para la Investigación Oceánica (Ecord, por sus siglas en inglés). 

En ese espacio publican imágenes de la fauna marina y hasta la lista de alimentos favoritos de los científicos. Para quienes deseen seguir el desarrollo de las jornadas de este trabajo de investigación pueden consultar el sitio esoexpedition364chicxulubimpactcrater.wordpress.com y sus cuentas en Twitter y Facebook de Ecord. Los textos se difunden en inglés.

En entrevista durante el recorrido en la plataforma, los científicos comentaron que a pesar de las ocupaciones diarias, se dan tiempo para divertirse. Entre los pasillos de los reducidos espacios de la superficie hay un sombrero mexicano y una zona con flechas de madera que indican los diferentes países de los investigadores. 

“Como estamos relativamente cerca de la tierra se puede reponer existencias regularmente, y los cocineros son grandes, así que afortunadamente todos estamos bien alimentados”, expresaron en el post dedicado a la comida, y en la cual se destaca la lista de alimentos preferidos, integradas por el paleontólogo Chris Lowery.

Helado de vainilla con cereza, camarones, costillas barbacue, cerdo asado, brownies, tacos, pollo frito, espagueti con salchichas, fresas, sandía, vegetales frescos, pizzas, alitas, caramelos, vegetales cocidos y cereales de maíz azucarados son algunos de los elementos de dicha lista.

“Estamos a 30 kilómetros de la Península de Yucatán, rodeado de mar y el cielo azul. Para nosotros, que provenimos de el Reino Unido, el calor representa algo como un contraste con el tiempo ‘Primavera’ y el factor 50 ¡está disponible! Durante la noche, las luces parpadeantes en la costa son visibles y de vez en cuando nos ven pequeñas embarcaciones o distantes buques portacontenedores más grandes”, publicó Sophie Green, directora de la expedición.

Las personas a bordo trabajan 24 horas, en turnos de 12 horas por 12 de descanso, con reglas de convivencia claras para que en este espacio confinado, científicos y personal técnico de perforación puedan desempeñar su labor en un ambiente cordial. 

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