Revelan origen de Macondo

Fotografías que Leo Matiz tomó entre 1930 y 1950 de Aracataca, Colombia, lugar donde nació en 1917, describen al Macondo de García Marquez.

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Pelea de gallos en la zona caribe de Colombia, entre 1930 y 1950. (Agencia Reforma)
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Jorge Ricardo/Agencia Reforma
MÉXICO, DF.- ¿Qué fue primero, Macondo o la realidad? Es una pregunta que sugieren las fotografías que Leo Matiz tomó entre 1930 y 1950 de Aracataca, Colombia, el lugar donde había nacido en 1917, diez años antes que Gabriel García Márquez, y que muestran a un telegrafista, a un coronel, a un tren suspendido en el aire, a un tren como el que aparece en Cien años de soledad o a un río de piedras pulidas, "blancas y enormes como huevos prehistóricos".

A partir de 1955 García Márquez puso imágenes así en sus novelas. Desde La hojarasca, hasta llegar a Cien años de soledad, en 1967, con un escenario maravilloso que se ha vuelto mítico: Macondo.

La hija de Leo Matiz, Alejandra Matiz, quien heredó un archivo de 180 mil negativos y 5 mil imágenes impresas ha decido revelar la base real de lo maravilloso. "Encontramos más de 500 fotos inéditas y son igualitas a las que Gabo describe en sus novelas, un día se las mostramos, le dijimos: 'mira las novelas tuyas son como las fotos de Leo Matiz', y él se quedó loco. Es una historia genial, es la génesis de Macondo".

Matiz hablaba la semana pasada por teléfono desde Colombia, donde organiza dos proyectos a partir de estas fotografías que deben estar listos a mediados de 2013. Uno es el Museo Vial de Macondo, con 74 vallas, con fotos de Matiz y textos de Gabo, colocadas a una lado de la carretera entre Aracataca y Santa Martha, la ciudad más cercana. El otro es la publicación de un libro con 150 fotografías y también textos de las novelas de García Márquez. En la edición del volumen participan el biógrafo del escritor colombiano, Gerald Martin, y el investigador de la UNAM Ernesto Peñaloza.

"En su trabajo de digitalización de negativos, la Fundación Leo Matiz ha encontrado maravillas que no se conocían", dijo Peñaloza, quien coordina otras dos publicaciones sobre el fotógrafo. El tema no es completamente inédito, aunque la mayor parte de las fotografías sí.

En 2009 se realizó la exposición El Macondo de Leo Matiz, y antes de eso, en 2006, el periodista y escritor colombiano Renson Said Sepúlveda publicó el artículo La otra costilla del arte, donde decía que las cosas en Aracataca habían existido antes de que en Macondo pudieran ser señaladas con el dedo.

"En la obra fotográfica de Leo Matiz -dijo Said por correo electrónico-, se encuentran los mismos registros, los mismo paisajes, la misma atmósfera que uno encuentra en algunas novelas de García Márquez. Y es apenas natural. Ambos son hijos del caribe". Aunque no describe las imágenes como génesis de Macondo, sino como una "prolongación estética".

Leonet Matiz, su nombre verdadero, también tuvo una vida que podría ser llamada maravillosa. Comenzó por el hecho de que nació sobre un caballo que llevaba con una comadrona, y de niño él pensó que lo había parido un caballo. De adulto soñó que un ángel le sacaba un ojo y en 1978, en Bogotá, un ladrón le robó las cámaras y de un puñetazo le quitó la vista del ojo izquierdo. Murió en 1998.
Aunque algunas personas retratadas por él en Aracataca se parezcan al mexicano Fernando Luján, quien actuó en El Coronel no tiene quién le escriba, son también el registro de una época de la costa caribe colombiano.

"Su importancia -añade Renson Said, especialista en la obra de García Márquez-, consiste en revelarnos un mundo inédito que solo percibíamos en los libros. Y algo mejor: es la prueba concreta de que García Márquez no inventó nada sino que, por el contrario, es el gran cronista de su época. Él ya lo había dicho con una frase lapidaria: 'En América Latina y el Caribe, los artistas han tenido que inventar muy poco, y tal vez su problema ha sido el contrario: hacer creíble su realidad'".

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